Susu se levanta a las siete de la mañana. Se lava la cara al chorro de una especie de garrafa regadera. Recorre unos doscientos pasos de tierra plana, ocre y pedregosa, descalzo, hasta llegar a un redil de tela metálica y chapa donde guarda un par de cabras escuálidas, les echa de comer un puñado de algo y vuelve a su tienda. Toma un té caliente que haría poner el grito en el cielo a algún lumbrera de la OMS y colabora en las tareas de su casa o del barrio de la daira de su wilaya, eso si no hay colegio. Por la noche las temperaturas bajan mucho, durante el día ya empiezan a alcanzar casi los cincuenta grados, y los cordobeses ya sabemos lo que son más de cuarenta y cinco a pleno sol. De madrugada, por la puerta abierta de la vivienda, una bolsa que vuela entra dentro y se pasea por la cara de su hermanita. Durante todo el día el viento es incesante, insoportable, enloquecedor. Al mediodía la familia come lo que tiene, a veces cuscús, casi siempre legumbres simplemente cocidas, sin aliños, sin sabor. Estas imágenes y muchas otras conforman el documental El viaje de Susu, de Nicolás Muñoz (2003). Susu es un niño que vive en uno de los campamentos de refugiados saharauis instalados en los alrededores de la ciudad argelina de Tinduf, uno de tantos niños que en verano vienen a España de la mano de asociaciones como la cordobesa Acansa, que se ocupa de buscar familias de acogida por dos meses y desempeña in situ labores educativas, sanitarias y de apoyo de todo tipo. Sería muy bueno que los lectores se molestaran en buscar en internet el reportaje y otros parecidos (es fácil, hay muchos) para constatar las condiciones de vida sin futuro de una población expulsada de su territorio desde hace cuarenta años. En otra imagen del documental, un joven afirma que quizás sea preferible intentar recuperar su país mediante las armas, pues de todas formas ya están muertos en vida. El día 29 llega un contingente de niños saharauis a Córdoba en busca de algo muy serio, mejorar algo sus condiciones vitales durante el verano; para entonces aquí estaremos muy contentos porque el 26-J a lo mejor han ganado los nuestros. Es lo que nos preocupaba.

* Profesor

@ADiazVillaseñor