El Ayuntamiento anunció ayer que endurecerá las medidas antibotellón durante la celebración de la fiesta de las Cruces de Mayo, que comienza mañana en Córdoba. El gobierno local recuerda que, igual que el año pasado, se impondrán sanciones de hasta 600 euros por comportamientos incívicos como los grupos que beben sin control en las calles o a las personas que orinan en la vía pública. En determinadas zonas especialmente difíciles de controlar se colocarán vallas que reconduzcan las aglomeraciones y permitan el paso de los vehículos en las calles abiertas al tráfico. Son medidas lógicas para una fiesta que hace años que --en determinados lugares--, dejó de ser un entrañable recorrido familiar por plazas y rincones bellamente decorados y lugar de encuentro y degustación tranquilo para convertirse en barras de afluencia masiva y coartadas para el botellón. No todas son así, pero las que corren estos riesgos están situadas precisamente en zonas de gran interés urbano y turístico, y dejan una mala impresión de la ciudad. Así que, además de actuar para garantizar la seguridad y evitar el gamberrismo en las cruces, es bueno que el Ayuntamiento y las fuerzas de seguridad se planteen el control de esta situación pensando en que las cruces son también parte de la imagen que proyecta la ciudad al exterior. El esfuerzo que se hace para preservar la calidad de los patios debe extenderse a todas las fiestas populares.