Me identifico y suscribo plenamente el artículo de mi compañera y sin embargo respetada amiga Magdalena Entrenas, invitando a tomar las de Villadiego a quien, con malsano espíritu de lucro y despreciando olímpicamente al aficionado, haya sido el presidente más nefasto del CCF en toda su historia. Naturalmente que esta carta, al igual que otra media docena de misivas que debo de haberle remitido desde que aterrizó en esta ciudad se dirigen al padre; el hijo ni pincha ni corta y ni siquiera se conocen sus maneras. Es don Carlos, dueño de vidas y haciendas, quien se comporta con un desmesurado afán de enriquecimiento, decapitando cualquier proyecto deportivo en aras a sus desaforadas ambiciones crematísticas.

Y que conste que entiendo que usted es empresario y que no le alcanzan otros móviles que ganar dinero fresco con la gestión de la sociedad, pero una cosa es eso y otra desmembrar sin pudor cada temporada el equipo; eso es reírse de una masa social que no se merece ese trato ignominioso.

Le diré que la Gerencia de Urbanismo de este caótico Ayuntamiento recibe palos por todos los costados y no sin razón. Pero en esta ocasión, para bien, no cayó esa la bicoca. Hubiera sido aberrante la revalorización accionarial de la que ese señor, personalmente, hubiese sido el gran beneficiado. Como dice Magdalena Entrenas, «el mayor pelotazo urbanístico de los últimos tiempos». Termino, como empecé. Váyase, Sr. González.