El tiempo hambriento e insaciable vacía el alma de las palabras que nacen de una herida que no obtiene respuesta, sustentando e hilvanando obsesiones que buscan imitaciones de la realidad. Esto es Cosmopoética y ya se han desarrollado 13 ediciones. Mencionar la sencillez de Leonardo Padura, que nos habló de sus novelas policiacas, del detective Mario Conde y se enorgulleció de vivir en un barrio con nombre andaluz, Mantilla. Me aportó mucho la conversación con Chus Pato y Andrés García Cerdán. El corazón se me aceleró en la que yo creo ha sido la actividad central de esta edición, el merecido homenaje al gran Eduardo García, ver reunidas a muchas de las personas que le conocimos, admiramos y respetamos a él y que sentimos lo mismo por Rafi, contando experiencias personales y profesionales. La sangre se me puso de pie al ver cómo se le humedecían los ojos a Ariadna Gil al leer el poema que escribió tras ver la ecografía de sus hijos. Algunos de los momentos más interesantes fueron la lectura y sensibilidad de Verónica Aranda, la esencia de la rebeldía de Zurelys López, la ferocidad dialéctica de Jamila Medina y la indescifrable pasión de Simoara España. Especialmente importante para mí es romper una lanza en favor de los colectivos culturales de Córdoba, de todos, que no se les acaba de dar la importancia que tienen ni el reconocimiento que se merecen. Me resulta siempre sumamente fructífero escuchar recitar a las componentes de la Asociación literaria Hasday, mujeres luchadoras que viven por y para la cultura, solidarias, ya han editado varios libros de poemas y de cuentos a beneficio de Cáritas. Sus lecturas de esta edición se las han dedicado a Eduardo García y le han ofrecido un homenaje a Zenobia Camprubí, en el 60 aniversario de su muerte, una gran mujer que caminó a la par de un gran hombre, Juan Ramón Jiménez, la luz de su vida, la que lo guió, ayudó y asistió siempre. Culta, instruida, pionera en muchas facetas y ejemplo para las mujeres, en una época en que las féminas estaban relegadas a un segundo plano y solo se las dejaba ser buenas esposas y madres... La poesía, una razón más para vivir...

Pilar Redondo

Escritora. Miembro de la Asociación literaria Hasday. Córdoba