Es inútil luchar contra la genética. Contra la genética, la tradición y, cuando ambas se encabronan, inútil además luchar contra la evidencia. La genética y la tradición hacen a los españoles, a todos, pisen o no alfombra, pícaros. Y otrosí, cuando se anda sobre moqueta, ventajistas. La tradición de todo esto se recoge, manifiesta y explaya en la novela picaresca. Consunción e hija natural (o sea, bastarda) de las pavesas de genética y tradición, es la evidencia. Los han pillado, sí. Y los han pillado con aquello en el máster porque el que los ha pillado es otro pícaro que se conocía el cuento. Expliquémonos. Y para explicarlo volvamos una vez más al Lazarillo de Tormes. El ciego, pícaro como Lázaro, da en comer las uvas de dos en dos, y, como el muchacho no se queja, adivina que éste las come de tres en tres. Así ha pasado, y difícil es dilucidar quién es el ciego y quién el lazarillo, Cristina Cifuentes o la universidad Rey Juan Carlos (URJC), ambos pícaros, ambos sabedores de la ventaja que su acción ilícita les proporciona, y por ello ninguno de los dos quejoso. Pero la olla podrida se abre cuando en la prensa nacional aparece el muñidor si no de la trampa, al menos del cebo, un tal profesor P., afiliado al PSOE pero poco dado a obediencias partidistas ciegas ya que también amenaza con tirar de otras mantas incluso de las propias siglas. Chapeau. El profesor P. cuenta cómo se tramó la trama y cómo se destapó la tapadera, las cadenas de favores, las componendas rectorales, en definitiva, la corrupción escabrosa que mantiene a la universidad española alejada de la élite mundial. Además en el ránking de las españolas, la URJC está en el número 13, claro, vaya numerito. Vaya por delante que hay que tener valor de ponerle Juan Carlos a una universidad, sabido el despego del emérito a la ciencia, el estudio, las humanidades y la cultura, pero eso es otra historia. Volviendo al Lazarillo, el tratado que mejor define este episodio es, sin duda, el del buldero. Tenemos una universidad que vende bulas o másteres con engaño y picardía. Tarde o temprano otro pícaro, míster P., había de darles un jarrazo en la testuz.

* Profesor

@ADiazVillasenor