De Paloma Gómez Borrero, de Hermida, de mí, etc. Nos situábamos como inicio o final de nuestras crónicas, delante de edificios emblemáticos. He recordado tras su muerte este y otros muchos detalles. Ahora en los telediarios «descafeínan» a los corresponsales enviándolos a una esquina de la pantalla para el resto ocuparlo con imágenes que apenas tienen que ver con lo que están diciendo. Detrás suele verse un trozo de una vulgar calle. Este rutinario sistema antitelevisivo deforma más que informa, distraen esas imágenes insulsas. Últimamente nos preguntábamos ¿y la alta dirección de RTVE no se preocupa de esto? Están en otra cosa. Ella ya no ha podido enterarse de lo último: la proposición de ley presentada por el PSOE para modificar la fórmula de elección del presidente de la corporación. Como si esa medida sea por fin la solución al error en el origen: el Estatuto de 1980 que convirtió a TVE y a las cadenas comunitarias en televisiones privadas de los Gobierno de turno. Los alemanes fueron listos. Después de Hitler, no a la televisión estatal con efluvios de Goebbels. Yo, ingenuo, decía a la alta dirección: después de Franco como en Alemania, la televisión del público, de la sociedad. Pero me respondían, RTVE debe ser la televisión del Estado y el director general lo nombrará el Gobierno. Vale... Y en esa estamos. Paloma ingresó como yo en 1953 en la Escuela Oficial. Fue una gran amiga y la recuerdo muy bien. Paloma me lo dijo por teléfono: «Me echan de Roma». El director general Calviño acató la orden del PSOE. El anticlericalismo quiso callar a la profesional. Pero no pudo.

* Periodista