Aunque es fácil de entender, habrá que seguir recordándolo porque no cesan de repetirnos el error. No cabe que decidan algunos sobre algo, cuando ese algo también pertenece a otros y además es parte indivisible de un todo. No cabe derecho de autodeterminación sobre un territorio, cuando éste no pertenece exclusivamente a quien reclama tal derecho; y en consecuencia, carece de legitimidad para ello. Ninguna parte de España, por muy rica que fuere, puede determinar su separación del resto por la sola voluntad de sus respectivos habitantes, aunque en un desgraciado momento confluyesen algunas generaciones que así lo pretendiesen. Cataluña no pertenece en exclusiva a quienes allí residen hoy y ahora; sino que también pertenece al resto de españoles, al igual que Andalucía, Aragón, Extremadura y el resto pertenecen también a catalanes y demás españoles. Lo que nos toca, según la comunidad que habitemos, es mejorarla para y por el bien de todos. Pero España es una sola nación soberana integrada por diferentes territorios y habitantes, que manifiestan las muy diversas formas de ser español. Una nación fruto del esfuerzo y sacrificio de millones de españoles que nos precedieron manteniéndola unida hasta hoy.