A 21 de marzo entrábamos en primavera. A 22 estaba nevando en Madrid como yo no había visto nevar desde niña. A 23, podías salir a la calle en camiseta.

Cuando Radio Futura cantaba la canción 37 grados se suponía que hablaba tanto de la temperatura corporal como del calor. Por entonces aquella era la máxima temperatura a la que se podía llegar en Madrid. La canción se publicó en 1987. Ahora, 37 grados en verano sería un oasis. En verano solo se disfruta alguna noche y a primerísima hora de la mañana, porque llevamos cuatro veranos seguidos en Madrid con temperaturas en el centro que superan los 44 grados a mediodía. Supongo que con eso cualquier escéptico debería convencerse de que el cambio climático sí existe. Pero, por si le pareciera poco, le diré que un grupo de 2.000 científicos de todo el mundo (el IPCC) lleva investigando más de 25 años, y concluye que el cambio climático es un hecho.

Donald Trump firmó una orden ejecutiva con la que revertirá gran parte de las políticas medioambientales de su predecesor, Barack Obama. El objetivo --dice él-- es potenciar la producción energética y la creación de empleos. La orden rescindirá al menos seis medidas aprobadas por Obama.

Las personas que niegan la existencia del cambio climático, o bien carecen de información, o bien, y sobre todo, tienen intereses para negar su existencia. Pero incluso si creyeran que el cambio climático no existe, ¿no bastaría con la duda razonable como para pensar que más valía no arriesgar el hambre de mañana a cambio de unas pocas migajas de pan de hoy?

Para colmo de males, no parece que esas migajas vayan a dar ni para medio pastel. No existe un interés masivo por parte de la comunidad inversora en abrazar proyectos intensivos en capital, socialmente mal vistos y con retorno incierto a medio plazo. Y una nueva generación de empresas ya ha invertido mucho en soluciones renovables, eficientes y de movilidad eléctrica, que es justo lo que reclama el mundo, incluyendo a una buena parte de los ciudadanos americanos.

Pero parece que al presidente naranja lo único que le importa es su propia opinión y sus propios intereses. Y las consecuencias futuras directamente --usaré un pabloiglesismo-- se la bufan. Un comportamiento típicamente psicópatico.

El profesor Kevin Dutton, de la Universidad de Oxford, autor del libro La sabiduría de los psicópatas, ha realizado un estudio en el que determina el nivel de psicopatía de algunos de los personajes históricos más relevantes de todos los tiempos. Dicho estudio se basa en un test psicométrico estándar, el PPI-R, que mide la cantidad de rasgos psicópatas de cada personalidad estudiada. Las puntuaciones de los candidatos se basan en ocho rasgos, entre los que se incluyen la ausencia de miedo, las respuestas al estrés y la frialdad.

Trump obtuvo 171 puntos, dos por encima de Adolf Hitler.

* Escritora