La primera visita del presidente Donald Trump subraya la gran distancia que separa hoy a Europa y EEUU. Mientras para el magnate el eje de su política son los intereses monetarios, el de la UE sigue siendo el de valores como la libertad y el respeto por la dignidad humana. Lo recordó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tras su encuentro con Trump. Decir en la cumbre de la OTAN que los integrantes deben «una cantidad masiva de dinero a los contribuyentes estadounidenses» es inapropiado para estrenarse ante la Alianza Atlántica. Más cuando 23 países han aumentado su gasto en defensa. O si se considera que tan importante como el dinero es el aprovechamiento de las capacidades que los países tienen a disposición, hasta ahora infrautilizadas.

Esta primera gira de Trump tiene el común denominador de la lucha contra el terrorismo. Lo demostró en su primera parada, en Arabia Saudí y después en Israel, y ahora en la sede de la OTAN, una lucha que el atentado de Manchester hace más apremiante. El presidente de EEUU ha logrado que la Alianza forme parte de la coalición internacional anti-yihadista en Irak y Siria, algo a lo que varios países europeos eran reticentes. Pero hay dos cuestiones preocupantes. A su paso por Riad Trump firmó contratos multimillonarios para la venta de armas a un país cuyo islam rigorista (wahabismo) alimenta el terrorismo yihadista desde los tiempos del saudí Bin Laden. La segunda es la ausencia en su discurso de un apoyo explícito al artículo 5 del Tratado de la OTAN que obliga a la respuesta conjunta si uno de los miembros es atacado.