Hay palabras que necesitamos con urgencia, palabras que nos abren nuevos horizontes, palabras que nos convierten en mejores caminantes. Porque, en la vida, ya se sabe, no hay caminos maravillosos sino caminantes maravillados. Francesc Torralba, doctor en Filosofía y en Teología, ha publicado un libro con este título, Cien valores para una vida plena , cuyas páginas rezuman, por una parte, hermosas realidades y mensajes urgentes, y por otra, una serie de palabras y valores, que llegan al centenar, para que descubramos lo que se esconde en palabras que fácilmente ponemos en nuestros labios, pero que difícilmente practicamos en nuestra vida. Y así, nos habla de la sencillez, que es espontaneidad, coincidencia entre el yo aparente y el yo real, improvisación feliz, generosidad. La sencillez es el olvido de uno mismo, y, por ello, es un valor que se contrapone al egoísmo. "La persona sencilla no es altiva, vive de la misma manera que respira, con naturalidad y sin artificiosidad. La sencillez no es un valor que se añada a la existencia, sino una determinada manera de vivir la propia vida". Se detecta a la persona sencilla en su trato, en su manera de hablar, en sus gestos. Nos habla también Torralba de la cortesía, un valor que suaviza la violencia de los sentimientos y de las pasiones. La cortesía no consiste sólo en ofrecer el paso, sino en algo mucho más profundo. La cortesía, como la hospitalidad, se caracteriza por dar espacio al otro. La persona con cortesía da espacio propio a los demás, les deja respirar, no se enfrenta a ellos. Reconoce en el otro el bien y le hace sentir que le quiere. "En nuestro marco cultural, es cortés quien tiene voluntad de establecer una distancia. La cortesía es un valor que nos empuja a crear espacio libre alrededor de los demás". Y hay un tercer valor que nos ayuda a caminar mejor: la mansedumbre. La mansedumbre es un valor que da paz a la persona y, por ello, se ha de relacionar con la serenidad. Es una paz interior que no depende de lo que pase en el exterior, sino que brota del mismo corazón de la persona. Una persona mansa inspira paz en el hablar, en el gesto, en la obra que realiza. "La mansedumbre es respeto, acogida y apertura. No se puede identificar con la pasividad, aunque la persona mansa se opone al activismo. Ser manso quiere decir permanecer imperturbable y no dejarse llevar por ninguna pasión", subraya el profesor Torralba. He aquí tres valores que en esta época veraniega podemos colocar en nuestro equipaje e incorporar a nuestra vida. Los valores son como horizontes de referencia que nos invitan a vivir una vida más humana, más plena y más abierta a los otros.

* Sacerdote y periodista