Siempre me gustó el arte y sus reuniones, y las dichas preciosas circunstancias se movían más bien de noche, pues sobre todo en mi época universitaria (y hoy en alguna escapá) viví todo eso porque además yo cantaba flamenco en fiestas privadas. Pero tengo que decir que he sido partícipe de esas juergas con alcohol en su justísima medida porque gracias a Dios la única adicción que tengo es la gente. Lo que pasa es que cuando vas para viejo, lo normal, lo que exige el curso adecuado de la vida, es que esas cosas ya no te motiven tanto como, por ejemplo, ver a tus hijos felices por tu presencia en casa. Pues bien, en aquella época veía personas que se tiraban tres días seguidos de juerga y eso era algo que me dejaba pasmado. Y eso de los tres días de fiesta se sigue viendo. Y hoy sigo enterándome de que al amanecer del tercer día, la familia y amistades del juerguista en cuestión, al que supuestamente lo que le pasa es que le gusta mucho divertirse, andan desesperadas llamando a todo el mundo, incluidos hospitales y policía. Como siempre he sido algo ingenuo, hasta hace poco me preguntaba cómo una persona podía aguantar tres días seguidos sin dormir. Claro, me comparaba conmigo, que nunca valí un duro porque nunca he soportado más de cuatro cacharros en mi cuerpo serrano. Por eso, pues, me impresionaba que hubiese gente que no durmiera tres días dándole que te pego a la fiesta. Pero ya no me impresiona porque mis canas y mi profesión de abogado penalista, que te enseña como nada en el mundo de la vida, me pusieron claro lo que realmente ocurría a estos y estas que quieren aparentar ser unos libres bohemios para los que dormir es perder el tiempo. Porque lo que les ocurre es mucho menos original y mucho más triste que la bohemia. Estas personas están totalmente enganchadas a la cocaína. Y privan para meterse porque hasta el alcohol, con lo malo que ya es en sí mismo, se convierte en un pretexto. La cocaína es vulgaridad y esclavitud. Estar tres días despierto no es disfrutar de la vida sino un sinvivir. Cuantas y cuantas veces me he encontrado estas criaturas en el tercer día por la mañana pidiendo los últimos 20 euros para la última raya con cara de desesperados y tratando de esconderse de sus seres queridos para que no los vean sucios, feos y con la cara desencajada por la farlopa. Si tienes un amigo o un familiar de estos, ayúdalo a salir de ese pozo, escúchalo y cúralo porque está desesperado y cualquier tercer día de estos puedes encontrarlo tirado en la calle con un infarto más mortal que un puñalón en el corazón. O las dos cosas.

* Abogado