¿Qué tienen en común el Toro de la Vega, el Toro Júbilo, el Toro Enmaromado, el Toro de San Juan, la Carrera de Gansos y prácticamente el 100% de festejos extendidos a lo largo de nuestra geografía donde se veja y se tortura animales? Que todos ellos se hacen en el contexto de una festividad religiosa, en honor a santos o vírgenes y en todos, grupos humanos de toda clase y condición hacen gala de falta de crítica, sensibilidad y compasión hacia el animal. Cada año unos 60.000 animales mueren en territorio español para mero divertimento de seres humanos.

La doctrina de la Iglesia católica tiene como finalidad extender el mensaje de Jesús y aspira a que las personas alcancemos la salvación eterna a través del ejercicio de las virtudes, palabra que podríamos sustituir de manera más acorde con la sensibilidad moderna como cualidades éticas. En la doctrina cristiana estas cualidades éticas son representadas de manera ejemplar por María, la madre de Dios, las santas y los santos.

Resulta profundamente chocante, si no fuera por la anestesia que produce el vivir dentro de siglos y siglos de cultura cristiana, que sea esta misma Iglesia quien permita prácticas de maltrato animal en honor a quienes han sido la personificación de la justicia, la prudencia, la bondad, la compasión, la generosidad y la mansedumbre.

Y esta situación paradójica se da porque la intención de la Iglesia con estas celebraciones, no es, ciertamente, fomentar el ejemplo de estas grandes personas sino más bien mantener y ampliar la clientela. Muestra que su verdadero interés es, ante todo, conservar su estatus, su influencia en la población mediante el fomento de tradiciones que impriman en el pueblo una sensación de pertenencia, un «somos los del Toro de la Vega o los del Toro Enmaromado», una identidad gregaria unida a una religiosidad vacua y cruel. ¿Dónde están las voces de los obispos y la jerarquía eclesiástica en contra de estas prácticas?, esos mismos que arremeten contra la «falta de moral». ¿Qué moral? ¿La que niega los derechos de las personas a decidir sobre ellas mismas sin recurrir a dogmas? ¿No será que temen perder el apoyo de esta gente en uno de sus principales bastiones? Y así lo que realmente pierden es credibilidad.

Recomiendo el magnífico documental de Miguel Ángel Rolland Santa Fiesta que expone de manera objetiva y con toda su crudeza la realidad de estas fiestas. Y después de verlo si nunca has cuestionado estos actos pregúntate, si eres cristiano, si realmente son compatibles con tus creencias Y si no lo eres, si existe otra manera más sana de sentirte vivo y miembro de un grupo que torturando a un ser que siente dolor y miedo como tú.

<b>María Jesús Infante González. Miembro de EQUO</b>

Córdoba