Tal día como hoy hace cinco años, en París, la Unesco declaraba formalmente como Patrimonio de la Humanidad lo que desde hacía siglos Córdoba había descubierto al mundo, sus patios. Una seña de identidad del ser cordobés y la quintaesencia estética de esta ciudad.

La pátina de prestigio que da ser reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad a un bien intangible, ha supuesto un espaldarazo indiscutible para un activo fundamental para Córdoba, como son sus patios, la destilación estética de un modo de vivir heredado de Roma y al-Andalus, en aquellos tiempos en los que esta ciudad fue una de las capitales más importantes del mundo.

Aquel 6 de diciembre de 2012, los Patios de Córdoba compitieron con la Danza en la Bretaña francesa, el Violín en la ciudad italiana de Cremona, San Francisco de Asís en la colombiana Quidbó, o las Danzas del Diablo el día del Corpus Christi en Venezuela. La Unesco entendió que los patios de Córdoba reflejaban una singular forma de vida, en la que la convivencia en torno a espacios comunes y las plantas, eran merecedoras de ser distinguidas como Patrimonio de la Humanidad.

Estoy segura que la Unesco intentó lanzar un mensaje al mundo a través de nuestros patios. Un mensaje sutil para fomentar una convivencia vecinal que cada vez es menos en nuestras ciudades, la defensa de una forma de relacionarse y de optimizar recursos y la sutileza de envolverlo todo con formas de belleza naturales y populares.

Aquella declaración ha supuesto una auténtica avalancha hacia nuestros patios, de decenas de miles de personas, que cada año quieren disfrutar de lo que la generosidad de muchas familias cordobesas les ofrecen abriendo las puertas de sus casas de par en par. Ese enorme interés nos ha llevado a intentar que no haya que esperar al mes de mayo para disfrutar de los patios cordobeses. Su presencia es ya una constante a lo largo de casi todo el año, en los recorridos que discurren por la Judería, San Basilio y La Axerquía y en las casas populares próximas a la ribera del río y la primitiva muralla califal, hay patios abiertos desde los zaguanes que son un resumen de las obsesiones estéticas de esta ciudad.

La Navidad y el otoño, se han convertido en dos momentos especiales en torno a nuestros patios. Navidad con más una veintena de recintos abiertos con un encanto especial y otoño con un aliado muy especial, el Festival Internacional Flora, que este año se ha iniciado se en nuestra ciudad al socaire del atractivo de nuestros patios y que se ha convertido, en solo un año, en un atractivo que ha sumado casi 400.000 visitas, en tan solo diez días.

Siendo, como son, uno de los atractivos más importantes de una ciudad, que es a su vez una de las más atractivas del mundo, debemos conseguir entre todos que nuestros patios no dejen de ser ese lugar de relaciones familiares y sociales, para recibir a las visitas, ese espacio que contaba como una estancia más de la casa, ya fuera de una sola familia o compartida por varias, al estilo de las corralas de vecinos. Y, cada uno de ellos, siempre con una característica común: desde la calle se puede apreciar la existencia de ese patio, porque las puertas de esos patios, como la de Córdoba, siempre están abiertas a nuestros visitantes.

En este V aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad, queremos rendir homenaje a quienes hacen posible que esa maravilla siga guardando las esencias de Córdoba, los propietarios y cuidadores de los Patios, los auténticos protagonistas de que esos recintos sigan maravillando a propios y extraños.

* Alcaldesa de Córdoba