En Córdoba no necesitamos un informe de la Unión Europea para saber que la inversión en el aeropuerto no ha sido productiva. Al menos, de momento. Pero eso no es excusa para dar por tirado a la basura ese esfuerzo presupuestario público, es decir, pagado con el dinero de todos.

Tres años después de finalizar las obras, con una inversión total de 85 millones a la que la UE aportó 13,5, un informe del Tribunal de Cuentas Europeo critica la ampliación de la pista, que cree "innecesaria", pues en el área de influencia de la instalación hay otros aeródromos (Sevilla y Málaga) suficientes para satisfacer la demanda incluso a largo plazo, y el AVE desincentiva el tráfico aéreo. La UE reprocha al Gobierno su decisión inversora, adoptada en el 2008 "sin ningún análisis o estudio de las necesidades".

La reprimenda no es pequeña, aunque llega tarde, pues lo deseable hubiera sido que la UE expusiera estas consideraciones antes de inyectar fondos al proyecto. Lo cierto es que la decisión de ampliar el Aeropuerto de Córdoba se adoptó tras muchos años de presiones de las instituciones y agentes socioeconómicos de Córdoba, y en un contexto de generosidad inversora de las administraciones. En aquellos años de euforia en los que había más dinero público salieron adelante en España iniciativas que luego, con la crisis, se han visto vacías de contenido, pero que no hubieran evolucionado tan mal en un clima de bonanza.

A ello hay que sumar las especiales circunstancias de Córdoba y su generalizada frustración por todos los proyectos que llevaban tantos años gestándose y que no cuajaban, entre ellos la citada ampliación del aeródromo, y el deseo de las instituciones de dar pasos y ofrecer resultados para responder a esa presión social.

El alcalde, José Antonio Nieto, criticó con dureza a IU y PSOE tras conocer el informe, y comparó el Aeropuerto de Córdoba con el tan denostado de Castellón, que, pese a todo, en marzo iniciará su actividad comercial. Nieto recordó que el PP proponía un nuevo aeropuerto privado. Nunca podrá saberse si hubiera sido viable esa iniciativa, pero cabe recordar que otros proyectos --como el Palacio del Sur, gestado en pleno boom económico, diseñado por Rem Koolhaas y avalado por el Ayuntamiento--, no consiguieron esa inversión privada que requerían.

Aún no puede saberse si el fracaso es total, pues hablamos de rentabilidades a largo plazo. La obra no está culminada, y eso exige estudiar a fondo los próximos pasos. De momento, lo que hay son reproches entre PP y PSOE y se discute a quién compete "poner en valor" la instalación. Mientras, la Mesa del Aeropuerto sigue pendiente del plan estratégico de AENA, al tiempo que el ente estatal espera a que la citada mesa le envíe sus propuestas, así que nadie se mueve. No hay vuelos comerciales que justifiquen nuevas inversiones, pero sin unas instalaciones adecuadas nunca los habrá. Puede que en este asunto se hayan cometido graves errores, pero ahora lo que toca es buscar soluciones.