América se ha vuelto a llenar de manifestantes como en los tiempos de Vietnam y en todo el mundo se prodigan las movilizaciones contra la guerra. Son actos testimoniales con los que poco se podrá hacer para frenar el ataque a Irak, después que Bush haya declarado que se le está acabando la paciencia. Consciente de la gravedad del momento, el columnista apela a los buenos oficios de los amigos europeos del presidente norteamericano, Aznar y Blair. Que intercedan ante él para que se tome unas buenas dosis de tila, que es un producto de saludables efectos relajantes. Incluso el presidente del Gobierno español se la podría proporcionar, ya que es España un país productor de la hojita benefactora. La tensión es perjudicial para la salud y que no se diga que atacó porque sus nervios no aguantaban más. Los norteamericanos han de sentirse muy orgullosos del liderazgo mundial que desempeñan, pero muchos sentirán vergüenza ante un presidente de tan poco aguante. Para un cargo de tanta responsabilidad se ha de tener la cabeza fría y los nervios de acero. La guerra podría causar muchas víctimas, que quedarían ante la historia como mártires de la impaciencia del hombre más poderoso de la Tierra. En las próximas elecciones presidenciales habrá que preguntar a los candidatos cómo van de dominio de los nervios.