Como vecino de esta emblemática zona del casco histórico de Córdoba, hito de visita obligada por la belleza del entorno (lienzo de muralla, estanques de la calle Kairuan, monumento a Séneca, jardines...) quiero manifestar mi sorpresa e indignación por la desaparición de los veladores que hasta no hace poco la dinamizaban. Me dicen que desde el Ayuntamiento hablan de «impacto visual» y/o «contaminación estética», cosas que nadie en el barrio --me incluyo-- entiende. Muy al contrario, dichas terrazas en nada interrumpían el tránsito de personas; los necesarios parasoles colocados resultaban acordes por su suave cromatismo, ofreciendo el fresco cobijo necesario al viandante que decidiera pararse en tan atractivo lugar; por último, en lo que sé, en nada molestaban al cotidiano vivir y derecho al descanso de los residentes, por prestarse dichos veladores a la charla sosegada y disfrute visual de tan llamativo sitio. Quitar las mesas del entorno ha contribuido de momento a llevar al paro a unas cuantas personas. Mi pregunta al Ayuntamiento: ¿aquí estamos tontos o qué? No sé si son indicaciones del Icomos, o «mezclar churras con merinas» en la compleja polémica de las terrazas, pero el Patrimonio --algo que defiendo-- es algo para conocer, vivir y disfrutar. Las terrazas aquí eran sinónimo de vida, de placentera parada y fonda, de dinamismo económico... Se ve que el Ayuntamiento quiere volver a lo de antes: dejar la Puerta de Almodóvar como un despejado páramo de piedras. Antiguas y monumentales, sí, pero lugar de paso, sin vida, pura «tristeza visual».

Enrique Santos Arévalo

Córdoba