Poliamor es amar a varias personas a la vez. Es una especie de religión sin complejos: un dejarse llevar por el deseo de amar y ser amado sin restricción alguna salvo el respeto y el mutuo acuerdo. Aunque parezca una aberración social, en realidad podríamos admitir que el amor no tiene por qué estar limitado a no ser que se trate de una decisión propia.

El poliamor, esta versión moderna del amor libre, surgió como tendencia social reconocida en los años noventa, bajo la denominación inglesa de «poliamory», nada que ver con la poligamia de los musulmanes o los mormones, por ejemplo. Estos ponen el énfasis en el matrimonio, mientras que los poliamorosos se centran en el propio amor que, además, puede expresarse entre personas de distinto o del mismo género. El poliamor consiste en amar, no solo en tener sexo con varias personas. Y no tiene por qué haber una pareja principal legal y varios amantes, sino que todos pueden estar al mismo nivel y ser igual de importantes para los demás.

Los poliamorosos necesitan amar y ser amados y no entienden que algo tan importante como el amor deba estar restringido a una sola relación monogámica. Muchos llegan a esta nueva situación desde una relación de pareja en la que ambos deciden abrirse a otras personas, pero también hay quienes descubren que su vida en pareja no les satisface y sienten que están perdiendo algo al reducir su relación a una sola persona.

Bueno, eso parece todo muy bonito así en teoría, pero no me veo yo compartiendo mi casa y mi cama con tanta gente. Siento que debo seguir buscando el amor de mi vida saltando de una relación a otra manteniendo la fidelidad. Ya sé que así hay muchas menos posibilidades de tener éxito, porque el tiempo es limitado. Un poliamoroso convencido vería que cuando se mantienen varias relaciones simultáneamente se pueden encontrar cualidades complementarias entre las diversas personas y reunir todo eso como un tesoro.

Ya sé que es normal dejarse llevar por la atracción hacia muchas personas, e incluso sentir afecto, amor, deseo sexual por todas ellas. Pero practicarlo, a mí, me provocaría un terrible conflicto. Estoy casi seguro de ello. Yo creo que necesito la entrega total y la exclusividad en una relación. No sé. Dicen que amar a muchas personas no implica repartir el amor, que se puede dar todo, lo máximo, a todos. Pero esto es difícil de entender. Parece algo contraintuitivo. La energía suele estar limitada, y el tiempo también es imitado. ¿O tendrán razón quienes creen que el amor es un recurso ilimitado?

Tú ves: una cosa que veo buena en el poliamor es que elude ese deseo obsesivo de buscar y encontrar a la persona perfecta que sea capaz de cubrir todas las necesidades y, por lo tanto, también la necesidad de resignarse a vivir con alguien que no te llena, y el sentimiento de culpa por la infidelidad y la mentira. Todo es más abierto. Tanto, que no hay una forma paradigmática de relación poliamorosa. En la práctica puede haber dos amantes estables que no estén con nadie más, o tres amantes que a su vez tengan otros amantes, o dos amantes como relación principal y otro como relación secundaria, o ser bisexual y tener amantes hombre y mujer. Se puede estar en un trío en que todos sean amantes de todos y a la vez tengan relaciones esporádicas. Y se puede vivir bajo el mismo techo con uno o varios amantes, incluso compartir la misma habitación. O vivir separados y verse solo esporádicamente. O incluso no verse nunca físicamente y darse amor solo por WhatsApp o por Skype.

Yo qué sé qué decirte. No me veo yo capaz de convertir mi vida en una cama redonda. Al menos por ahora seguiré buscando la exclusividad. Quién sabe si el día de mañana, cuando disponga de más tiempo para compartir y repartir mi amor. Quizás cuando me jubile me líe la manta a la cabeza. No bromeo. Suele ocurrir. Los viejos pierden la vergüenza y además se vuelven muy prácticos. Bastante prácticos. Lo sé porque cada vez veo más a mi alrededor repartiendo su amor.

* Profesor de la UCO