El 957 470 195. Pero es más que un teléfono, es una esperanza en nuestra Córdoba. El Teléfono de la Esperanza. Una esperanza que tenemos más allá de las lágrimas, de ese momento oscuro en el que nos creemos sin salida y sin horizonte. La noche oscura del alma. Basta con marcar ese número, y tras él siempre encontraremos una voz dispuesta a escuchar nuestro hundimiento, ese punto al que hemos llegado y en el que creemos que ya no hay más vida, que ya no hay más esperanza. Al otro lado de ese número tenemos, las veinticuatro horas de cada día del año, un alma dispuesta a escuchar nuestra alma, esos momentos, esas circunstancias cuando hemos llegado al fondo del fondo de nuestra vida y de nuestro corazón. Frente al silencio, una voz. Frente a la incomunicación, alguien al otro lado, en lo más profundo, oscuro, desolado de la noche, cuando la ciudad duerme y sentimos como si todos se hubiesen ido para siempre y nunca más fuese a amanecer. O cuando pensamos con terror en el amanecer de otro día con más angustia. O peor aún: cuando todo el mundo está en la calle, de fiesta, en la alegría desbordada de una feria, de una celebración. Pero en el Teléfono de la Esperanza, siempre, alguien dispuesto a escuchar lo que creemos que nadie escucharía jamás; alguien dispuesto a darnos su compresión, su calor humano, el cobijo que creíamos que no existía; y su esperanza, y su amor. Porque la vida es lo único que de verdad poseemos. Todo lo demás, si no estamos vivos, no tiene sentido. Y en casos de atención en crisis, el 902 500 002.

* Escritor