Zaragoza vivió ayer un acto lleno de pasión, una llamada de atención a todo el que quiso escuchar. La plaza del Pilar se convirtió en el escenario de una tamborrada en favor de los refugiados, un estruendo de bombos y tambores, organizada por la archidiócesis de Zaragoza, para despertar conciencias y abrir los oídos al «clamor» de los migrantes. Los tambores de las cofradías de la ciudad «rompieron la hora» en un acto presidido por el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, que reunió a cientos de personas y a curiosos, asombrados al escuchar el tradicional sonido de la Semana Santa un 12 de mayo.