Es la nueva expresión que se usa en política para justificar algunos, que «donde dije digo, digo Diego», o que hay que dar tiempo al tiempo y no desvelar tan pronto la postura política de cara a la investidura, sobre todo en segunda votación, para crear más expectación. Más de uno dice que hay que mantener lo dicho en campaña, no vaya a ser que los votantes se lo tomen a mal; como siempre, poniendo como excusa al electorado en vez de reconocer su propia incompetencia y falta de responsabilidad política que el momento actual requiere.

Llevamos más de 7 meses sin gobierno, y aún hay incertidumbre de si habrá investidura o no, pues alguno habla de unas terceras elecciones. Y tal inseguridad se acentúa después de la constitución del Congreso de los Diputados, con las intrigas de los 10 votos inesperados que apoyaron la Presidencia de la Cámara en la persona de Ana Pastor. Los de Ciudadanos que en campaña habían puesto líneas rojas a Rajoy, que posteriormente manifestaron su abstención a la investidura y que consiguieron dos puestos en la Mesa de la Cámara, al igual que PSOE y Unidos Podemos, a pesar de ser la cuarta fuerza política, ahora dicen que pueden votar no en la investidura, porque esos votos «fantasma» pueden ser de los independentistas. Si así fuera, desde luego nadie se cree que Rajoy haya pactado con ellos nada referente a la unidad de España, pues parece que lo que han acordado es tener presencia como grupo parlamentario en el Congreso, que digo yo, es mejor tenerlos en todo caso a la vista que no verlos venir. A todo esto, los independentistas niegan que hayan votado a favor de la presidenta, y si eso fuera cierto, algunos de la izquierda prefirieron a Pastor antes que a López. El caso es que nadie habla claro.

Rajoy ha pasado del inmovilismo que tanto se le achacó, y que en las nuevas elecciones le dio más votos, a estar abierto a hablar y reunirse, como así lo ha hecho, con todos los partidos. Por el contrario, Sánchez sigue anclado en el no, por activa y por pasiva, no se sabe si es por orgullo personal en el propio enfrentamiento que ha mantenido siempre con Rajoy, o es por táctica política para hacerse ver como oposición. Pero después del efectismo de su investidura fallida y más pérdida de votos en las segundas elecciones, debiera de cambiar de estrategia y táctica política. Todavía no se ha dado cuenta de que el gran partido que es el PSOE tiene como enemigo a Podemos. Iglesias es un auténtico artista para poner siempre al PSOE, y a Sánchez en particular, en entredicho, en la cuerda floja, o en el «estás conmigo o apoyas al PP y nunca serás oposición». Ya consiguió el objetivo de «comerse» a IU, y hacer lo mismo con el PSOE sigue siendo su intención.

Está muy bien la táctica política de intentar conseguir con el apoyo afirmativo o pasivo vía abstención a la investidura determinados cambios en las políticas de los populares, porque eso supondrá consenso y estabilidad para el país. Pero eso es distinto, y no me gusta, del tacticismo político de no hablar claro, de no explicar los cambios o por el contrario el inmovilismo de posturas, decir una cosa y luego hacer otra... pues la única impresión que se demuestra con tales actitudes es la falta de seriedad y responsabilidad, de capacidad para gobernar y para ser oposición. No se puede perder más tiempo «mareando la perdiz», nos encontramos en un momento en el que no solo importan las políticas internas sino que estas se están viendo afectadas por los cambios europeos como el Brexit o por el terrorismo. Dejen ya los argumentos vacíos, sin sentido, personalistas y partidistas y pónganse a trabajar ya.

* Abogada