Rajoy inagotable, Rajoy como una mina, Rajoy como filón. Será otra vida para los escritores cuando Mariano Rajoy cuelgue el batín de las siestas y decida retirarse de la política, si no lo retira la política antes, que no parece fácil. Tienes un mal día, te acecha la hora de entrega, miras el reloj y no hay un tema. Entonces de dices: Rajoy. Rajoy no me falla. No me ha fallado nunca. Vamos a revisar lo último que haya dicho, su último trabucazo o tarascada entre el posible humor involuntario, la chanza indirecta, el despropósito sorpresivo o la indolencia sonora. Porque Rajoy siempre está ahí, Rajoy no es, como él diría, «como esa lluvia que cae del cielo sin que nadie sepa por qué», sino que tiene su razón de ser, su identidad tremenda un poco entre Jardiel Poncela y Miguel Mihura, incluso con retranca metafórica. Así, en medio del mayor cebollón de corruptelas que se puede recordar en el PP --y ya es decir, porque semejante listón ya solo pueden superarlo ellos mismos--, Rajoy ha dado este jueves, en Madrid, una serie de consejos a los jóvenes que buscan trabajo. Vamos a ellos, porque hay que tomar nota. El primero, que «en estos momentos es básico saber idiomas y controlar las nuevas tecnologías», aunque también «es importante la personalidad de la gente». Los idiomas muy bien: las generaciones de jóvenes españoles que se han ido por ahí de «movilidad exterior» a buscarse la vida no pueden tener a Jorge Moragas soplándoles al oído; porque con los medios presidenciales, después de todos estos años, sólo una vagancia ejecutiva explica que no aprenda ni unos rudimentos. Pero lo bueno viene ahora: «Es importante manejarse en la vida, saber manejarse en situaciones difíciles. Saber decir que sí, saber decir que no, saber mirar a otro lado cuando hay que hacerlo». Toma ya. «Mirar a otro lado»: en Madrid, en la Gürtel o en el caso Bárcenas. Si es que este tío, como diría Bertín Osborne, es un fenómeno, y además te escribe la columna él solo.

* Escritor