Hay un dicho que dice: «cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas».

Desde que los seres racionales estamos en el mundo, somos como somos, es decir, que no somos ahora diferentes a los de hace un par de siglos, por ejemplo. Los adelantos científicos nos hacen hoy conocer y comprender múltiples condicionamientos que antiguamente era impensable saber, pero ello no es óbice para seguir siendo las mismas personas (biológicamente hablando) que antaño.

También se dice que la naturaleza es sabia y que ella sola se encarga de solucionar las situaciones que se le van presentando a lo largo de los años. Digo esto porque, no ha mucho tiempo, el tema de la sexualidad era tabú tanto en círculos familiares como en las escuelas y todos, llegado el momento, tenían sus escarceos amorosos, sus «ligues» y sus hijos sin necesidad de tanta explicación, ni tanto carnaval, ni tanta demagogia barata.

Es verdad que la ignorancia es muy atrevida y a veces lleva a cabo conductas poco deseables, por lo que, pudiendo en la actualidad disponer de conocimientos y medios necesarios, es de agradecer ponerlos en práctica para un mejor funcionamiento, convivencia y concordia entre todos nosotros.

El hermafroditismo, la intersexualidad, la homosexualidad y la heterosexualidad son situaciones reales con las que se ha convivido siempre sin necesidad de hacer ostentación de ninguna de ellas. Es verdad también que han estado reprimidas socialmente aquellas que no eran políticamente correctas, que no se podía alardear en público en ningún caso de ellas y en el caso que fuese descubierto servía de befa descaradamente.

Los conocimientos médicos que a la sazón existen ponen cada cosa en su sitio y lugar, por ello es tan importante una educación correcta, clara, concisa y adecuada a las distintas etapas del individuo. No se puede dar la misma información a un niño de cinco años que a otro de doce o quince. Sería muy de agradecer que en el sistema educativo (nunca se debió dejar en manos de las autonomías, sino que debería ser centralizado) obligaran a personas extremadamente formadas, véase médicos y sicólogos, a impartir conocimientos y pautas a seguir en los casos que, no siendo mayoritarios, coexisten y comparten el devenir diario.

La parafernalia carnavalesca de distintas asociaciones LGTBI, lobby gay, y las que van en contra como Hazte oír y otras no hacen más que poner el acento sobre la mofa que de todo este asunto se hace y que de modo mucho más fácil y natural, simplemente utilizando el sentido común y educacional, se solucionaría. La inocencia se pierde sola, no hay por qué acelerarla ni malinterpretarla con unos condicionantes manipuladores en los que subyace un afán revanchista, demagogo y utilitario político que lo único que van a conseguir es hacer una sociedad desprovista de grandes valores, inculta y aborregada. Desgraciadamente, ya ha comenzado.

* DUE