Macron fascina y espanta Trump, pero ha sido Merkel la líder política que mejor ha entendido el momento: «Estados Unidos y el Reino Unido ya no son aliados fiables, los europeos nos lo tenemos que arreglar solos». Parece que el siglo XXI -tras la tormentosa crisis y el giro infernal de nuestro mundo hacia la desigualdad- comienza ahora. O al menos podía empezar para los europeos. Porque Norteamérica se desentiende voluntariamente del liderazgo del mundo que mantiene desde que acabó la II Guerra Mundial y la dictadura china camina a su manera beneficiándose de los desencuentros del mundo, mientras que la Rusia de Putin es un permanente incordio aunque por fortuna aún tolerable. Nos encontramos en otro mundo en conflicto como consecuencia de las decisiones de un presidente de Norteamérica que es puro esperpento y el creciente cerramiento de los pueblos en sí mimos.

Así que de manera muy rápida Europa debe de tomar graves decisiones que condicionarán su futuro. Porque Estados Unidos se aferra al proteccionismo económico y amenaza con desentenderse, no ya con su compromiso de lucha contra el cambio climático, sino con la misma seguridad europea. Los chinos ya han advertido el flanco indefenso que la determinación de Trump deja en Europa y tratan de colar a través del mismo una de sus grandes exigencias: que Bruselas considere a sus empresas como si fueran entidades privadas y en competencia entre ellas. Es una de las condiciones que ponen para caminar junto a Europa en el combate de cambio climático. Y Rusia se alinea con Washington (quién lo diría, qué tramarán estos dos en su delirios).

Europa ha de apechugar entre tanta malla de condicionantes. Su oportunidad política, no obstante, se presenta hoy más clara que hace solo uno o dos años, sobre todo porque Reino Unido y USA no incordiarán en el día a día comunitario con sus trabas, exigencias y vetos. Además, Alemania y Francia ya no tendrán excusa para liderar el continente.

En París, después de largos meses de penuria política, muerte y desgarros a causa del golpeo terrorista, se apareció la virgen en forma de Macron. El flamante presidente galo se presenta al mundo libre haciendo suya la esperanza de un planeta que desprecia todos los días a Trump a golpe de tuit. Merkel -atacada Alemania en su auténtico corazón que no es otra cosa que su enorme comercio- no tiene otra opción que vestirse con la capa azul y estrellas de Europa para defender sus intereses.

Claro que fijar el rumbo y mover hasta alta mar con buena boga este viejo galeón que es Europa no es tarea fácil. Primero vendrán las disputas por el liderazgo -Merkel o Macron-, la deserción de numerosos países del Este tras muchas dudas y encontronazos, y luego convencer a la gran mayoría ciudadana, tan biempensante como burguesa, de que le toca realizar grandes sacrificios. ¿Estamos dispuestos a pagar la defensa que creemos necesitar? ¿Y arriad las banderas nacionales en favor la europea?

* Periodista