En estos momentos tan decisivos por los que estamos atravesando, por culpa del adanismo de una porción de personas de nuestro suelo patrio, que tras más de quinientos años de unidad se han olvidado de que fue el conjunto de nuestra nación la que constituyó el primer estado moderno de nuestro continente, el que defendió las fronteras de la Europa que se reconocía por sus raíces greco-romanas y cristianas, y que, luego, proyectó esta cultura al Nuevo Mundo y aún más allá, ahora nos quieren llevar a poner en duda incluso nuestra propia identidad, atribuyéndose, asimismo, al más puro estilo del nazismo Hitleriano, una serie de rasgos y características que, dicen, les permiten diferenciarse del resto de los habitantes de nuestra piel de toro.

Y se olvidan, también, de que existe una Constitución que, muchos de esos que se dicen diferenciados, juraron o prometieron su acatamiento y cumplimiento, además de hacerla cumplir, porque es ley de leyes y norma suprema que prevalece sobre las demás, que nos ha permitido vivir en paz y en libertad durante los últimos cuarenta años. Y no les interesa recordar tampoco que hay muchos miles de personas, no perjuras, como la Guardia Civil y la Policía Nacional que juraron o prometieron por su conciencia y honor guardarla y hacerla guardar, como norma fundamental del Estado.

El jurar por su honor, que precisamente la Guardia Civil tiene como su principal divisa, y que si intentásemos dar una definición de su significado pocos serían los que se aventurarían a tan difícil tarea, ya que el honor es un sentimiento y los sentimientos son más fáciles de sentirlos que definirlos; para ellos, los componentes de esta Institución, es una cualidad moral que los lleva al más exacto cumplimiento de sus deberes; así se puede explicar más fácilmente que esos guardias civiles que tanto están sufriendo en Cataluña, que han sido ofendidos, vejados, despreciados, maltratados y hasta escupidos, por la consecuencia de cumplir serenos en el peligro y desempeñar sus funciones con dignidad prudencia y firmeza, las órdenes recibidas de la superioridad, todas tendentes a garantizar el Orden y la Ley, que dimanan de la Constitución que los separatistas tanto odian y desprecian porque no les permite la secesión de esa parte de nuestro territorio

Por eso deseo hoy, junto a mi felicitación a ellos y a sus familiares que, por añadidura también, tantas afrentas, injurias y dolor padecen, aprovechar la festividad de su Patrona la Virgen del Pilar, enviarles un fuerte abrazo de solidaridad y de reconocimiento de su labor, por ser uno de los pilares fundamentales del imperio de la ley; transmitiéndoles que no están solos, que existe una inmensa mayoría del pueblo español que reconocen y agradecen los servicios prestados, y la sangre que han derramado, para conseguir que gocemos de calma y que ha salido a la calle, en todos los lugares de España, y con agallas en la Comunidad catalana, para revelarlo, aplaudirlo y enaltecerlo; mientras que los malhechores, corrompidos por el rencor y el resentimiento, valiéndose de férreas y vergonzosas presiones para desalojarlos del lugar en que pernoctaban, y hasta explotando a niños adoctrinados en los colegios, al más puro estilo fascista, para intentar lograr su fin.

Gracias guardias civiles, sabemos que no os pueden doblegar, ni aún con la traición y deslealtad de otros que se suponían compañeros vuestros, ni por los sediciosos enemigos del orden establecido que, con todos los medios y artimañas, incluso utilizando el descrédito con mentiras, y llegando inclusive a la rebelión, con ansias de conseguir sus fines, a los que, estamos seguros, pondréis a disposición de los Tribunales de Justicia, aunque se escondan en los confines de la tierra, porque vuestro honor solo os demanda el ser siempre fieles a vuestro deber.

* Magister Univ. en Criminología