Se están tambaleando las estructuras. O no, y quizá lo que se percibe como caduco es el antiguo estilo (ancien régime ) que ha permitido que unos pudieran derrochar dinero colectivo en salas de fiesta sin control alguno y otros se convirtieran en carne de Cáritas. Hay como una revolución silenciosa que quiere poner coto a tantos desmanes al comprobar que los encorbatados de los consejos de administración viven en una extraña burbuja en la que perciben un sueldo mucho más alto que el que merece su trabajo mientras que nuestros jóvenes vagan por el extranjero como muertos vivientes tachando de su agenda por ahora la parte laboral de su vida. La búsqueda de un salario digno se está convirtiendo en una ofensa, en un "ataque al sistema", que está llegando a tal cinismo que invita a esos jóvenes a pasar por el trance de convertirse en sans-culottes y explotarse a sí mismos con la ilusión de ser sus propios empresarios. Para que no haya intermediarios ni papeles que certifiquen el aumento de la sima de la desigualdad. Algo debían percibir los más jóvenes, los hijos bien criados de esa generación que aunque tuvo que rebuscar en Alemania ha vivido en el casi pleno empleo en España, cuando acamparon su indignación en pleno centro de Madrid hace tres años y medio. Así no es extraño, sino loable, que surjan nuevas formas de política que traten de remover los cimientos del, en algunos casos, cómodo sistema de partidos donde unos no se mueven --no contradicen ni piensan-- con tal de salir en la foto y otros no desean salir en ella con tal de que los dejen tranquilos para dedicarse a trapicheos urbanísticos más productivos donde, llegado el caso ante el juez, nadie conoce a nadie. No es que dudemos de la santidad, hoy Día de Todos los Santos, de algunos políticos entregados al bien común. Pero es que estamos llegando a saber de tanta corrupción que la sociedad debería organizar un sepelio público en el que enterrar el cadáver de un sistema que solo propicia desigualdades. Pero no el Día de los Difuntos, para no alterar el descanso eterno de nuestros muertos.