Realmente uno se encuentra sobrepasado ante la avalancha sensacionalista o el análisis profundo de la actualidad. El nuevo periodismo se me antoja teológico más que científico y me aterran los sensacionalismos alarmistas que nos pueden hacer pasar en una mañana de la risa al llanto y lo que es peor, del optimismo al pánico.

No quiero entrar en el podrido mundo de la demagogia, del disfemismo, ni muchísimo menos en la ciencia ficción del "terrorismo" centralizado a lo "Gran Hermano" o lo secretos poderes del "Club Bilderberg".

Capítulo aparte también, porque da para otro artículo de opinión y más, dedicaría a las redes sociales.

Es cuanto menos curioso e interesante y muy de carácter carpetovetónico pensar en la inmortalidad del alma, con la que está cayendo, pero también en extremo opuesto es cuanto menos negligente hacer ver a los españolitos de a pie, que aquí no pasa nada, --como suele decir el Gobierno-- luego, vienen la prensa y los medios de comunicación y se las dan todas por el mismo lado, como ha ocurrido con la desgraciada aparición del Ebola en nuestro país, que maldita sea la falta que nos hace ser pioneros en algo tan nefasto.

Reflexionando profundamente, nos vemos retratados en el pasado, como el último libro de Pedro J. Ramírez, que afirma sentirse como un miembro amputado del periodismo. Si, como apunta, Pedro J., en 1823 se dieron todos los ingredientes para que, una conferencia en el Ateneo, Leopoldo Alas Clarín, hablara de la putrefacción del sistema constitucional, ahora, nuestro sistema también. Si no hay una reforma de la Constitución de 1978, la desafección entre los ciudadanos y el régimen político va a abrir una brecha en la que cabrá cualquier desenlace revolucionario, reflexionaba el periodista.

--¡Madre mía!. Lo que nos faltaba ahora es el Ebola. Ya estoy llegando a pensar que Mariano Rajoy es el gafe con más suerte del mundo y está ahí, pese a las "vacas locas", "peste aviar" y ahora el Ebola, sin contar con el desastre económico que tenemos en lo alto.

Este señor no es más que el miembro fantasma de la "casta".

En uno de sus últimos videoblog, en El País , Iñaki Gabilondo se suma con pesar al término "casta" tan usado por Pablo Iglesias y sus simpatizantes.

En el análisis, Gabilondo, se refiere al caso de las tarjetas opacas en Caja Madrid, al que dedica calificativos como "lamentable" y patético. Y, tras señalar que cada vez que se investiga aparece "más mierda", dice que el asunto acabará con la poca fe que podemos tener los ciudadanos con los políticos unidos en el mangoneo y en el conchabe.

Gabilondo afirma que los políticos del PP, PSOE, IU, sindicalistas y empresarios estaban unidos en una misma tribu corrupta, en una misma casta corrupta. ¿Les cuadra más el término "casta"?

Los que queremos defenderlos, lamenta el periodista, ¿cómo podemos hacerlo con situaciones así? Y termina Gabilondo: "Da la impresión que todos los partidos se han confabulado para llevar en carroza a Podemos".

Y es que, aun en contra del espíritu idealista que arrastramos de aquel ingenioso Hidalgo, de uno en uno, no lograremos nunca la inmortalidad, pero todos juntos podemos.

* Profesor Jubilado