Muy Sr.mío:

Le escribo desde Rute, pueblo de unos diez mil habitantes, de la Andalucía profunda, esa que por no figurar en las guías turísticas, ni tener grandes eventos de famosos, ni autopistas que la crucen, no suele salir en los medios de comunicación como prensa, radio, TV, y otros. Por ellos me entero de su proyecto político de querer independizar a su país de, al parecer, esta malhadada España.

¿Tan mal se siente entre nosotros los españoles? ¿Qué le hemos hecho? ¿A qué es debida tanta ingratitud?

Sí, ingratitud, pues al parecer ya no recuerda la Cataluña de los años sesenta y setenta.

Ustedes estaban creciendo. Mucho. Y necesitaban obreros, técnicos y toda clase de personas para trabajar. ¿De donde salió tanto personal si no fue de Andalucía, de Galicia, de Castilla, de Extremadura y otras muchas regiones? Tan es así que es difícil encontrar alguna persona en nuestros pueblos que no tenga familia en Cataluña, sobre todo en Barcelona y alrededores. Ciudad que todos los años visitamos, a ver a nuestros hermanos, nuestros sobrinos, a nuestros nietos.

Y vosotros nos acogisteis bien, nos pagabais sueldos que no tenían equivalente en nuestra tierra, aunque eso sí, haciéndonos trabajar horas sin cuento. Diez, doce, las que se requerían, pues tampoco podíamos hacer muchos aspavientos.

Nos instalamos. Tras una generación nuestros hijos nacieron, crecieron, vivieron la cultura y la lengua catalana, y todos nos adaptamos. Nos sentíamos catalanes y españoles, españoles y catalanes. Y estábamos orgullosos de las dos cosas, de sentirnos queridos, de saber que también Cataluña era nuestra casa, nuestro hogar, nuestra España, palabra que al parecer algunos cicatean.

Sí, ingratitud.

¿Por qué ahora quiere dividirnos, aun a sabiendas de que no es bueno ni para ustedes ni para nosotros?

Sabe que si convoca el famoso referéndum no saldrá nada bueno para nadie.

Frustración, división, problemas. ¿Acaso tendré que decir a mis hijos que sus primos y sus tíos viven en el extranjero? ¿Y qué van a hacer con nuestra familia? ¿Dividirla, separarla?

Señor Mas. Si es usted una persona inteligente, como creo, no deje que este proceso siga. No nos meta en aventuras que se sabe como comienzan pero que no se sabe como terminan.

Sí, le escribo desde aquí, desde este pueblo, como si hubiese sido cualquier otro, que siente la ingratitud en sus carnes y que piensa que, al parecer aquél sacrificio, que se hizo con el dolor de la separación y la nostalgia, podía ser inútil.

* Escritor