Estas son las preguntas que se han colocado sobre la mesa del mundo de la cultura: "¿Estamos ante un súbito Farenheit 451 que, como en la famosa novela de Ray Bradbury, ponga en peligro la letra impresa? ¿Va a condenar a la hoguera el libro la era digital como si hubiera una nueva Inquisición, la del olvido? ¿O debemos intentar que el libro, los libros que contienen unas pocas palabras verdaderas, sigan siendo un artículo de consumo masivo y que algunos de ellos constituyan un elemento indispensable que hay que conservar en nuestros hogares?". Para buscar una respuesta a estas interrogantes, el Congreso Internacional "La Biblioteca de Occidente en Contexto Hispánico", celebrado en Madrid y San Millán de la Cogolla entre los días 17 y 22 de junio de 2013, planteó una pregunta concreta: "¿Qué libros hay que salvar para la inmensa mayoría? ¿Qué obras deben agruparse en un pequeño anaquel de un mueble doméstico, en un hogar donde la lectura sea una sana costumbre y una prueba de preocupación intelectual?". "Un libro es una batalla", ha escrito el precoz y triunfante novelista Jöel Dicker en torno a la lucha que supone escribir. Salvar los libros esenciales es otra batalla que merece la pena. El congreso no pretendía hacer un canon, ni tampoco intentaba decir "estos son los mejores libros posibles". Eso es una quimera. Un libro es el mejor según qué persona, circunstancia, momento histórico, hora, situación psicológica se tiene: es una convención. En palabras de Miguel Angel Garrido, catedrático de universidad y profesor de investigación del CSIC, "se trata de llevar una biblioteca de cien libros de culto a la casa de la familia media de habla española". Y así, Nueva Revista , organizadora del congreso, ofrece en su último número la lista de esos cien libros seleccionados, varios de ellos comentados por el profesor Cuenca Toribio. ¡Una gran idea!

* Sacerdote y periodista