La Real Academia, con ser una institución cultural de solera en Córdoba de más de doscientos años, muestra tics propios de asociaciones de nuevo cuño. Cualquier grupo que se formaliza oficialmente lo primero que busca es una sede donde marcar su territorio y luego editar una revista con las noticias del colectivo en cuestión. La Real Academia, aunque con muchos pretendientes que la cortejan y avalan su trayectoria de sabiduría y formalidad, más bien se parece a una moza casadera con ajuar pero que no encuentra esa casa donde sentirse ella misma, desembalar su equipaje y echar raíces. Aunque su sino desde 1810 haya sido el de la itinerancia, en 1976 encontró lo que parecía la paz de espíritu necesaria para desarrollar una labor intelectual sin sobresaltos. Y vino a recaer en una de las calles con más nobleza de Córdoba, Ambrosio de Morales, cronista de Felipe II, por donde naciera Séneca, y en uno de los edificios más "santificados" por la historia: el del Cabildo Viejo o Casas Consistoriales que, con el tiempo, fue sucursal del Monte de Piedad y ahora, una ruina que la ciudad consiente, que ha devuelto a la docta institución a su sino itinerante. No es que la Academia no desarrolle, cada jueves, su labor, que viene haciéndolo con continuidad en el Salón de Columnas del anterior Rectorado de la Universidad, antiguo Colegio de la Asunción. Pero se supone que, como los casados, la Academia casa quiere. El Gobierno central insiste en que la crisis está a punto de acabar y que es cuestión de dos días el que volvamos a ser lo que fuimos. Y al gobierno local, del mismo color que el de Madrid, le ha dado por la albañilería y el urbanismo: lleva con el dale que dale de sus "50 obras, 50 barrios" casi toda la legislatura y ahora le ha acelerado la marcha a las hormigoneras y a las radiales para que todo esté listo antes de las próximas municipales. Y entre los dos se las han apañado para que el lunes empiecen las obras de la discutida biblioteca de Los Patos. La sede en ruinas de la Real Academia debería beneficiarse de este frenesí de albañilería del PP.