Jordi Évole se ha marcado otro tanto con su entrevista al excomisario de la Policía Nacional José Manuel Villarejo en su programa Salvados, emitido el pasado domingo. Previamente, a finales del 2016, la serie V, las cloacas del Estado resumía en formato podcast un exhaustivo trabajo de investigación del periodista Álvaro de Cózar sobre la figura del controvertido comisario. Ante Évole y su audiencia televisiva, Villarejo profirió una serie de acusaciones, insinuaciones y referencias más o menos explícitas a la utilización de la policía con fines políticos en asuntos como la investigación del clan Pujol o contra enemigos políticos (acusó a Margarita Robles de ordenarle investigar a Baltasar Garzón). Villarejo hizo un recorrido por las denominadas cloacas del Estado en operaciones en las que afirmó haber participado. El excomisario, que tiene su propia agenda en este escándalo, no merece un cheque en blanco de confianza, pero sus acusaciones deben ser investigadas. En democracia es muy importante que cada institución y las personas que la forman cumplan con su papel. Évole ha cumplido con su responsabilidad ante la opinión pública, pero el periodismo no puede ser el único foco que aporte luz a las acciones de la denominada policía política. El lugar donde debe rendir cuentas Villarejo es el Parlamento, donde hasta ahora PP, PSOE y Ciudadanos han vetado su comparecencia. Contra la guerra sucia, luz y taquígrafos.