Desde hace seis días está colgada en la web del Cabildo Catedral una ingente documentación sobre la reciente intervención arqueológica que se realizó en la segunda puerta, una actuación que en solo 15 metros cuadrados descubrió los tres niveles del pavimento original de la mezquita emiral y califal, dos tumbas de la época cristiana, obras para recuperar el monumento en el siglo XV, 20 cajas de cerámica, 38 monedas claves para las dataciones y hasta indicios del que pudo ser complejo episcopal (no confundir ni con una catedral ni con un palacio episcopal) del siglo VI. ¡Y eso en el quicio de una puerta! ¡Ahí es nada lo que hay bajo el suelo de Córdoba!

No quiero entrar en polémicas, a veces cruzadas, como la de la conveniencia o no de la retirada de la celosía de Rafael de la Hoz para abrir un acceso para las cofradías, la propuesta de reformar el proyecto original de esta llamada segunda puerta para poner otras tralúcidas, si hay interés del Cabildo en destacar las raíces cristianas del edificio en detrimento de su pasado musulmán o, incluso, el debate sobre la titularidad de la propia Mezquita-Catedral.

Me limito a centrarme exclusivamente en el hecho de cómo ha divulgado el Cabildo la excavación arqueológica, con un lujo de detalles (los recopilados por los arqueólogos Daniel Fernández Cabrera y Raimundo Ortiz Urbano) y medios (como la fotoplanimetría y el medio centenar de imágenes 3D, del ingeniero Rafael Ortiz) en las que el usuario puede navegar libremente para conocer el trabajo milímetro a milímetro, desde todos los ángulos y casi día a día .

Ya digo, sin entrar en otras polémicas, hay que aplaudir, primero, este ejercicio de transparencia y, más aún, el que se comparta con todo el mundo contagiando pasión por esta ciencia y por la historia de Córdoba.

No es el primer caso de intento de divulgar y acercar a los cordobeses esa riqueza patrimonial que existe bajo sus pies y que puede ser fuente de una enorme riqueza cultural y económica a poco que se ponga en valor con dos dedos de frente. Solo un ejemplo en el pasado: ahí está la labor científica y divulgativa de décadas de Desiderio Vaquerizo, a veces como profeta predicando en el desierto.

Pero coincidirán conmigo en que si hubiéramos tenido más casos (también es cierto que no existía esa tecnología ni la posibilidad de usar internet) como el de la excavación de la segunda puerta hace tiempo que se hubiera dejado de usar esa típica frase despectiva y de hartazgo que, y como ahora se está demostrando, posiblemente sea la que más daño está haciendo a nuestro presente en Córdoba y seguirá haciéndolo a nuestro futuro. Recuerden cuando se encontraban restos arqueológicos que obligaban a paralizar una obra en un solar. Inmediatamente se lanzaba la queja cortoplacista, lastimera, sin visión alguna de futuro e injusta: «¡Ya han salido romanos!» H.