Por las tardes la gente pasea a sus perros, hace deporte, contempla la belleza del atardecer en los monumentos preparados ya para la violencia y radicalidad del yihadismo, algunos novios toman algo en el diseño más estrecho de las terrazas de los hosteleros --que se reúnen en la plaza de toros antes de negociar o pelearse con Urbanismo--, España pierde la semifinal del Eurobasket contra Eslovenia, a las 21.49 del jueves habían pasado 521 bicicletas por el principio de Vallellano, en Cataluña siguen con el procés y los estudiantes continúan buscando piso para el curso que comienza. Aunque todos los fines de verano-comienzos de otoño sean iguales este año Córdoba va a celebrar desde hoy hasta el 22 la Semana de la Movilidad, donde se incluye la Fiesta de la Bicicleta y el Día Europeo sin Coche, una llamada a esas personas que en los pueblos cogen el auto para desplazarse al bar o a la cafetería no sabemos si por vergüenza, porque nadie sepa por dónde se mueven o por enseñar su buen «carro». Hoy, esa parte de Córdoba que en las orillas del Guadalquivir quiere parecerse a Sevilla, Ronda de Isasa, será el espacio donde se presentará la semipeatonalización de esta zona del río, con protagonismo desde los tiempos de los tartessos y los romanos, que siguió con los árabes y los judíos, los cristianos, los reyes y obispos y los canónigos. Es inevitable en septiembre no hacer referencia al comienzo de cada curso, que es el almanaque que estrenan los estudiantes, los políticos y los pastores, que por el 29 vuelven a renovar sus aparcerías. Después del calor quienes han podido disfrutar del silencio del cielo en la madrugada se preparan para el costumbrismo del menester inevitable: mandar los que mandan, trabajar los que si no no comerían y buscar el futuro en la habitación que te toque si eres estudiante. Hoy, sin embargo, cuando Ronda de Isasa sea conquistada por los peatones, el comienzo de curso habrá cumplido quizá el deseo más notable que siempre tuvo el senador socialista Joaquín Martínez Bjorkman: que los coches que venían de Madrid no pasasen por la Ribera para ir a Sevilla porque ese espacio tenía que convertirse en un paseo donde contemplar la belleza. Bueno, y donde la gente hiciera deporte, paseara a sus perros y los estudiantes pensaran su futuro.