Luis Rojas Marcos escribió hace unos años un artículo titulado El voluntariado es bueno para la salud. Yo añadiría que es bueno para la memoria y para aprender geografía. Todavía recuerdo lo que me costó aprender los diferentes nombres por los que han pasado algunos países, Myanmar, sin ir más lejos. Y ya que estamos. La primera vez que oí hablar de Aung San Suu Kyi tuve que intervenir en un programa de radio local (en aquella época las radios locales se interesaban por estos temas). Llevaba este nombre y algún otro en una chuleta, se me cayó al suelo y tuve que improvisar sobre la marcha. A partir de entonces me apliqué.

Myanmar, Birmania, Burma. En las últimas semanas, quienes tenemos una cierta preocupación por lo que ocurre lejos de las fronteras, presentes y futuras, hemos oído hablar y hemos leído acerca de los rohingyas. Solo en páginas interiores o de pasada, no vayamos a creer que esto es algo como una final de Champion o el tema innombrable que ocupa las portadas... El pretexto para su feroz persecución es, cómo no, el terrorismo.

Mientras casi 400.000 personas refugiadas huían de la limpieza étnica en Myanmar, los líderes mundiales reunidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas no se avergonzaban no sólo de haber incumplido sus promesas de admitir más refugiados, sino tampoco de haber desmantelado activamente derechos de las personas refugiadas en muchas partes del mundo.

En unos días habremos olvidado esta palabra, rohingya, como ya no recordamos, si alguna vez lo supimos, o quisimos saber, quiénes eran los yazidíes, perseguidos por el ISIS y tratados sospechosamente por los países a los que intentaban huir. Se calcula que al menos 3.200 hombres fueron asesinados y 6.800 mujeres fueron secuestradas y vendidas como esclavas sexuales. Doscientas mil personas se vieron obligadas a abandonar la región, y miles murieron de hambre y sed durante su huida.

¿Y los uigures? Nunca oí hablar de ellos hasta que el Grupo Local de Amnistía Internacional adoptó a Nurmemet Yasin como preso de conciencia. Las minorías, en China, ocupan un territorio más grande que algunos países europeos.

No olvidemos los problemas locales, y disfrutemos de un perol por San Rafael con personas cercanas, pero abramos la lente de nuestros ojos y relativicemos algunas miserias. Rohingyas, Yazidíes, Uigures y tantos más. Le robo la frase a Ciro Alegría: «El mundo es ancho y ajeno».H

* Activista de Amnistía Internacional