Las estatuas de la Isla de las Esculturas parece que han roto el olvido que las envolvía y ahora, una vez que has pasado el Jardín Botánico y por el Puente de San Rafael miras el curso del Guadalquivir hacia Sevilla, notas que existe aquel empeño del Ayuntamiento del 2004, el I Simposio de Esculturas, del 1 de mayo al 14 de junio, cuando Córdoba era todavía un sueño posible de capitalidad cultural 2016. Pero ya está. Como silenciosos y cargando con su historia están los molinos de San Lorenzo y San Rafael, cerca de otro olvido del Sector Sur: el antiguo Polideportivo de la Juventud, más de veinte años cerrado, donde muchos periodistas aprendimos a hacer crónicas de balonmano. Este barrio, de mediados de los cincuenta, tiene el privilegio de haber sido itinerario obligado para viajar al sur de la Andalucía de Granada, Málaga o Sevilla, cuando quedabas en la gasolinera de La Torrecilla para llenar el depósito hasta la playa y desayunabas en el histórico bar redondo de muchas décadas, ahora ya solo memoria, como muchas empresas cuyas raíces se desataron de la tierra con las nuevas comunicaciones. El Polígono de la Torrecilla parece algo triste a esta hora de la tarde, donde solo se mueven los coches que van a comprar a los chinos, a hacerse la ITV o a alguna clínica dental, que de tantas que han puesto --como bancos o perfumerías en su momento-- en el casco urbano se han tenido que ir a las afueras a la conquista de clientes. Esperemos que las verdulerías --afortunadamente en cada esquina y con horarios abiertos-- aguanten mientras el colesterol mantenga el empeño de permanecer en nuestros análisis. Es la búsqueda de nuevos empleos, que el final de las campañas agrícolas eleva el paro por tercer año consecutivo en Córdoba. Cuando se acaba la aceituna, la temporada de empleo de más historia entre la clase trabajadora --que hasta dio el mismo nombre a las operaciones bélicas en Córdoba y Jaén en diciembre de 1936--, los trabajadores se apuntan al paro, que sube en las estadísticas del Gobierno. Pero está la esperanza. Como en el Sector Sur, donde la Normal de Magisterio, con su apariencia de moderno atractivo, cercana a la fisonomía de colores del antiguo ambulatorio, le da empaque y credibilidad al empeño Urban Sur, del que dicen sus creadores que es «un proyecto de oportunidades para Córdoba, un viaje de ida y vuelta entre las dos orillas del Guadalquivir con la cultura y las nuevas tecnologías como timón». Quizá las estatuas de la Isla de las Esculturas se han levantado de su letargo para avisar de que es hora de volver a pensar en la margen izquierda, la rive gauche del Guadalquivir. Por donde duermen proyectos de envergadura del Campo de la Verdad y del Sector Sur.