Con el descubrimiento que han hecho unos exploradores neozelandeses nos hemos enterado de que el bizcocho, por su valor energético, es uno de los alimentos adecuados cuando se está en lugares de temperatura extrema, caso de la Antártida. Allí, en una cabaña, probablemente el edificio más viejo del Polo Sur, entre latas herrumbosas, los expedicionarios han encontrado un bizcocho envasado hace más de cien años, que, al abrirlo, todavía olía bien, y que se encontraba en un estado «casi comestible». Deducen que el postre lo llevó el británico Scott en la expedición realizada entre 1910 y 1913.