Llegas a la playa a mediodía. Tu mujer, señora, esposa, criada, esclava ha llegado a media mañana. No debe de ser tu amante, porque venía cargada con las dos hamacas, la nevera y la revista, para coger el sitio que te gusta. Se había levantado temprano. Deja arreglado el apartamento y hecha la comida, por si te da por ir a comer y no te quedas en el chiringuito hasta las siete de la tarde. Tú has llegado bostezando, con tu móvil de marca, tus gafas de sol de marca, tu reloj de marca, tus bermudas de marca; tu calva bien brillante, tu barriga bien oronda. ¡Esto es vida, chaval! Te dejas caer en la hamaca con un resoplido de rey satisfecho. No hace falta saludar a tu criada. Te da protector solar. En realidad, hace mucho tiempo que sólo habláis con monosílabos. Ella ya se ha acostumbrado a ellos. Mejor no hablar. ¿Para qué? Cualquier opinión, comentario, pregunta podrían fastidiarte. Derrengado en la hamaca, rezongas, eructas, abres la nevera portátil, coges tu primera cerveza. ¡Unnnnnn…! ¡El primer trago!... Pero no está tan fría como tú quisieras. Tu criada nunca acierta. Y mira que le insistes en que la quieres muy fría. Luego, el tinto. Tampoco está a tu gusto. En fin… Te dedicas a mirar los culitos que pasan. ¡Qué estupendo repertorio! Eres feliz. Por la noche, como siempre, con tus amigos. Tu camisa, recién planchada por tu criada; tus pantalones, recién planchados por tu criada… «Chati, he quedado con una gente para charlar un rato». ¡Tus charlas hasta las seis de la mañana! ¿Filosofía? ¿Política? ¿Literatura? ¡Menudo filósofo estás hecho! Gintónic, cubata… Tu criada dará un paseo con unas amigas, cenará algo, se acostará pronto. Sí, ¡eres feliz! Te escurres en la hamaca. Le dices a tu criada que mueva la sombrilla. El sol viene para ti. Ella no lo había previsto. Mira que se lo dices cada día. Bostezas. Pasan más culitos. ¡Eres tan feliz! No hay que tomarse la vida tan a pecho. Esos de las pateras, los muertos en los atentados, los bosques que arden… Tú, tu cervecita, tus amiguetes, tus líos, tu barriga de sátrapa… Seguro que si leyeras estás palabras, «jejeje», te palmearías la barriga, satisfecho… ¡Qué bien te lo montas, campeón! ¡Qué listo eres! Que se mueran los feos; tú estás vacunado. Eres el rey del mambo. ¡Qué digo el rey! ¡El dios! .

* Escritor