En los cuentos se representan arquetipos de las sociedades que los elaboran porque con pocas palabras expresan realidades complejas. El caso es que pensando qué cuento representaría mejor la situación en la España contemporánea, creo que el de El rey está desnudo es el más eficiente porque sabemos que la realidad no responde a lo que nos cuentan desde el poder. Voy a señalar algunas «discrepancias».

La primera, fundamental, es la creencia en que existe la libertad de expresión y de conciencia. Se trata de una mentira de primer orden porque existe una ley que permite reprimir actitudes políticas, expresiones y opiniones, por lo tanto, nuestra libertad es más que discutible.

La segunda es que la crisis ha terminado. Efectivamente, ha terminado para quien nunca la tuvo: para bancos y autopistas rescatados, fondos buitre, para multinacionales que deslocalizaron su actividad gracias a los ERE, etc. Pero, en realidad, lo que ha ocurrido es que el mercado de trabajo se ha precarizado tanto que se crea empleo para unos porque lo pierden otros, que trabajan la mitad, o no trabajan; ha ocurrido también que los salarios han bajado tanto que no permiten sobrevivir. Y también, que los trabajadores están a merced de las decisiones de su empresa. Esto significa un disciplinamiento social enorme que desactiva cualquier posibilidad de reivindicación de derechos, dado que las personas se juegan literalmente el sustento.

La tercera mentira es que el gobierno tiene como objetivo la defensa del interés general. Cada vez que usted vaya a pedir cita al médico y le digan que tiene que esperar seis meses, recuerde que el dinero que se ha recortado en sanidad, en educación, en ciencia, en servicios sociales, en pensiones, en las prestaciones del desempleo, etc. se ha utilizado para regalárselo al poder vía rescates, contratas y otros mecanismos y, por lo que vamos sabiendo, también algunos millones están a buen recaudo en paraísos fiscales.

La cuarta es que todos debemos pagar impuestos para contribuir a dicho interés general. Lo cierto es que Hacienda solo le reclama a unos pocos porque las grandes empresas, los terratenientes subvencionados por la Unión Europea o las SICAV, tributan menos que quienes tienen una nómina media. De nuevo los ciudadanos perdemos dinero y servicios mientras que estas estructuras de poder acumulan una parte de la tarta cada vez mayor.

Lo cierto es que el rey está desnudo por completo, incluso ha perdido la corona que le daba la apariencia de dignidad. Vivimos en una sociedad que es reprimida por discrepar o protestar, que es engañada sistemáticamente por los poderes que deberían representar sus intereses, en una sociedad que transfiere los recursos de los más vulnerables a los poderosos, y ¿qué decir de la corrupción y del funcionamiento de ciertas instituciones del Estado?

Ustedes valorarán, claro, pero a mí no me extraña que cada vez se consuman más antidepresivos y que los botellones sean una forma de divertirse. No me extraña porque el modelo de sociedad que tenemos produce situaciones de anomia pero hay que seguir viviendo y si se puede, divertirse un poco.

* Doctora en Sociología. IESA-CSIC