No hay duda, como nos ilustró el periodista norteamericano John Reed en su libro-crónica Diez días que estremecieron al mundo, que la revolución rusa de octubre de 1917 (1), la cual vivió presencialmente, fue el acontecimiento más importante del siglo XX que transformó la vida y el pensamiento de millones de seres humanos del planeta.

Varios fueron las razones sobre la base de las inhumanas condiciones de vida, hambre y miseria de la mayoría del pueblo ruso. La revolución del año 1905, la abdicación del zar Nicolás II en 1914, la desastrosa participación de Rusia junto a Francia y Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial frente a los imperios alemán, austro-húngaro y Turquía y los sucesivos fallidos gobiernos provisionales con las continuas huelgas y manifestaciones de obreros, campesinos y mujeres, precipitaron los acontecimientos que hicieron tomar el poder de los soviets poniéndolo en manos del pueblo. Todo ello en un contexto de guerra civil entre los bolcheviques contra las tropas zaristas por un lado y contra los mencheviques por otro.

El control de los centros de comunicaciones, Oficinas de Correos y Estaciones Telegráficas y Telefónicas, a las que se desplazaron carros blindados, fue esencial para el éxito bolchevique. Asimismo, la aparición de los medios escritos como periódicos, boletines y pasquines en las paredes, dando instrucciones y a conocer la situación para ganarse la simpatía del pueblo y contrarrestar las versiones de los enemigos.

Se puede citar entre la prensa bolchevique a los periódicos Robtchi Pat (La Voz de los Obreros) y Soldat (El Soldado) que sustituyeron a Pravda (La Verdad), que era el órgano del POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), al que pertenecían Lenin y Trosky, prohibido por el gobierno de Kerensky. Además del periódico de cabecera Izvestia (Las Noticias), que expresaba las novedades y orientaciones del Soviet de Petrogrado, fundado el 13 de marzo de 1917 que apareció con las siguientes consignas en primera plana: «¡Todo el poder para los soviets!», «¡Tregua inmediata en todos los frentes!», (de la I Guerra Mundial), «¡La tierra a los campesinos, sin indemnizaciones a los terratenientes!», «¡Una Asamblea Constituyente democráticamente elegida!». Entre los periódicos burgueses o contrarrevolucionarios estaban: Obchtchyei Dielo (La Causa Común), que pedía una dictadura encabezada por el general golpista Kornilov y Kerensky; Norodny Tribun (Tribuna del Pueblo), Novaia Rusia (La Nueva Rusia) y Jivoie Slovo (La Palabra Viva), que eran órganos de extrema derecha monárquicos y propugnaban el exterminio de todos los revolucionarios. Rietch (La Palabra) era un periódico de partido liberal o de los kadetes que proponía reformas sin contar con los bolcheviques. Dielo Naroda (La Causa del Pueblo) y Volia Naroda (La Voluntad del Pueblo) del partido social revolucionario de ascendencia campesina, se oponían al Congreso de los Soviets de toda Rusia convocado por los bolcheviques. Por último, Iediustro (La Unidad), periódico fundado por el viejo marxista Plenajov advertía al gobierno de Kerensky de que se estaba armando a los obreros de Petrogrado y exigía duras medidas contra los partidarios de Lenin y Trosky.

Como puede comprobarse, además de la cruenta guerra de las bombas y las balas, se libraba otra mediática de noticias, pero también de mentiras y confusiones que no es ajena en los conflictos de hoy día.

(1) El calendario juliano vigente en Rusia en esas fechas llevaba un retraso de trece días con el gregoriano.

* Ingeniero técnico de Telecomunicaciones