Yo ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi Señor»… y mi Señor hoy y siempre ha sido España. También suscribo lo que dijo Calvo Sotelo en plena República: «Entre una España roja y una España rota, prefiero la primera, que sería una fase pasajera, mientras que la segunda seguiría rota a perpetuidad». Y es lo que me digo hoy viendo lo que está pasando en Cataluña y el descaro con el que están pidiendo la independencia los radicales del Procés. Por eso digo que le voy a regalar al president Torra y sus súbditos un retrovisor para que antes de seguir adelante sepan lo que les sucedió a los que intentaron lo mismo en 1931. Creo que la Memoria Histórica no sólo debe servir para desenterrar víctimas del franquismo.

Veamos. Como es sabido el 14 de abril de 1931 cayó la Monarquía y se proclamó la República. Bueno, pues no se había asegurado todavía el nuevo Régimen el control del Poder cuando el presidente Maciá salió al balcón del palacio de San Jaime y proclamó la República de Cataluña y el Estat Catalá, o sea la independencia de Cataluña. Naturalmente, el Gobierno Provisional de Madrid reaccionó y de inmediato envió a tres de sus ministros a Barcelona (Marcelino Domingo, Lluis Nicolau d’Olwer y Fernando de los Ríos) para frenar las ambiciones independentistas de la Esquerra republicana. Maciá, ante la contundencia de los representantes del Gobierno Provisional, pero Gobierno de España (autonomía la que queráis, independencia y ejército) dio marcha atrás y se conformó con hacer un Estatuto de pleno autogobierno. Sólo se les concedía que el nuevo Gobierno se llamase «Gobierno de la Generalitat de Cataluña» y no «Consejo de Gobierno de la República Catalana». «Sí --respondió el Gobierno central--, pero primero tenemos que hacer la Constitución Republicana. Después hablaremos del Estatut catalán y de los que vengan». Pero, Maciá, lanzado ya como estaba por la independencia, consiguió redactar un texto de Estatut, que estuvo listo en tres meses. Fue el Estatuto de Nuria, que constaba de 52 artículos y se levantaba sobre dos columnas vertebrales: «Cataluña es un Estado autónomo dentro de la República española» y «El catalán será la lengua oficial y única de Cataluña».

Y Maciá fue más lejos, pues sin consultar con el Gobierno de España, celebró un plebiscito a nivel nacional de Cataluña para que lo votasen los catalanes. Aquel simulacro de referéndum se celebró el 2 de agosto de 1931, en pleno verano, con una participación del 75 % de participación y unos resultados increíbles, ya que lo ratificaron un 99,45 % de los votantes. Pero, llegado a Madrid el Gobierno Provisional, que todavía presidía Alcalá Zamora, lo aparcó «hasta que se terminara y aprobara la Constitución del Estado». Y aparcado estuvo más de un año. Hasta que en agosto-septiembre de 1932, y siendo ya presidente del Gobierno Manuel Azaña, las Cortes generales, las mismas Constituyentes, lo discutieron artículo por artículo y con grandes debates. Por fin, el Estatut fue aprobado el 9 de septiembre de 1932, por 314 votos a favor y 24 en contra. Pero ¿qué Estatut aprobaron las Cortes republicanas?. De momento, los 52 artículos que llegaron de Barcelona se quedaron reducidos a 18, ya que el Tribunal de Garantías Constitucionales vio inconstitucionales la mayoría de ellos. Y se habían cargado los dos objetivos básicos de los catalanes, lo del Estado y lo de la Lengua. El artículo 1 quedó redactado así: «Cataluña se constituye en región autónoma dentro del Estado español. Su territorio es el de las provincias de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona en el momento de aprobarse este Estatuto». Y el artículo 2 así: «El idioma catalán es, como el castellano, lengua oficial en Cataluña. Para las relaciones de Cataluña con el resto de España, así como para la comunicación de las autoridades del Estado con las de Cataluña, la lengua oficial será el castellano. Toda disposición o resolución oficial dictada dentro de Cataluña deberá ser publicada en ambos idiomas... Dentro del territorio catalán, los ciudadanos, cualquiera que sea su lengua materna, tendrán derecho a elegir el idioma oficial que prefieran, etcétera.»

Bueno, lo dicho, prefiero una Cataluña roja o en manos de Podemos a la Cataluña independiente que quieren Torra y su jefe Puigdemont.

* Periodista y miembro de la Real Academia de Córdoba