El gobierno municipal no ha podido contrarrestar, a día de hoy, la impresión de dispersión y retraso de la gestión de las inversiones en la ciudad. Los problemas surgidos con algunos proyectos iniciados por equipos anteriores, como la reforma de la Normal de Magisterio o el centro de convenciones del Parque Joyero, son los más evidentes, pero también ha sido necesario prolongar los tiempos previstos --en algunos casos con riesgo para la recepción de fondos estatales o europeos-- de otros programas, como Mi barrio es Córdoba, o la puesta en marcha del cercanías, que apenas alcanza el objetivo de Metrotrén del gobierno del PP y no se amplía al eje del Guadalquivir, o las obras en la Ronda del Marrubial, estos últimos en colaboración con las administraciones central y autonómica. Otras accciones, como el apoyo a la solución en Rabanales 21, avanzan, mientras controversias como la de la cementera Cosmos crean incertidumbre empresarial y polémica.

El debate sobre el estado de la ciudad celebrado esta semana no resuelve la gran incógnita sobre el acierto o error del camino elegido por nuestros gobernantes para la etapa final de su mandato. Pero sí evidencia un salto cualitativo, desde el bloqueo y escasa cohesión del año pasado al avance en las soluciones. Queda año y medio para la convocatoria de elecciones municipales, y es de esperar que el objetivo del equipo encabezado por Isabel Ambrosio sea la resolución de los asuntos pendientes y la creación de un clima positivo que permita el desarrollo económico. En la sesión plenaria del pasado jueves, el grupo del PSOE admitió la existencia de «errores», especialmente los que han conducido a la lentitud en la gestión de inversiones, y anunció un impulso de la mano de los presupuestos municipales para el 2018, que prevén inversiones por 47 millones de euros y estarán vigentes desde el primer día del año. Desde IU, Pedro García --que prescindió de autocríticas-- aseguró que ya están concretados muchos proyectos de ciudad, de lo que, en ese caso, cabe esperar que se pongan en marcha. Y el gran grupo de la oposición, el PP, volvió a subrayar la «parálisis» desde su derecho a la crítica y a una oposición activa en la que su portavoz, José María Bellido, ofreció cinco pactos (empleo, desarrollo económico, empresas públicas, para desatascar inversiones y contra la desigualdad) que quedaron en eso, en el ofrecimiento. Finalmente, Ganemos exigió una gestión eficiente para avalar su apoyo a las cuentas y los portavoces de Ciudadanos y UCOR volvieron a expresar su falta de confianza en el cumplimiento de los compromisos de gobierno.

Nada nuevo bajo el sol, incluida la demanda de más colaboración al Gobierno y la Junta (Córdoba, la gran olvidada) y la determinación expresada por la alcaldesa de sacar adelante los retos que supone una ciudad solidaria, que vele por los más débiles, y el impulso a la economía. Quizá, con algún nuevo proyecto ilusionante y concretando los existentes, se vislumbre el modelo que la coalición PSOE-IU busca para este mandato. Termina 2017 y con él otro debate sobre el estado de la ciudad, que en este caso no es uno más, pues se produce en un momento estratégico del que depende que Córdoba avance y sea competitiva o vuelva a quedarse atrás.