Y si empezamos este año mismo a darle un giro a la celebración de la Constitución? ¿Y si intentamos que en los centros de enseñanza esta fiesta tenga una dimensión de utilidad, de aplicación directa a la realidad, un sentido de lo cotidiano que además sea evaluable y trascienda hacia los valores que deberíamos desarrollar cada día? O sea, ¿y si convertimos a la puesta en práctica de la Constitución en una competencia básica más? ¿Y si esto lo trasladamos al barrio, a la calle, a la familia, o sea, practicando y evaluándonos a nosotros mismos, ante ejemplos reales y situaciones concretas, sobre el grado de tolerancia, de respeto a la ley, a las instituciones y a los derechos que somos capaces de ejercer? ¿Y si comenzamos por respetar la idea de comunidad, de país con unas cosas que unen más que separan a través del esfuerzo y de los logros de muchas generaciones, preámbulo de la libertad y la igualdad que se supone disfrutamos hoy en día? ¿Y si el 6 de noviembre nos ponemos de verdad todos a pensar en lo que hicieron y consiguieron quienes nos precedieron y nos comprometemos a respetar su trabajo y su memoria y a no deshacer los caminos andados, sí a mejorarlos, ensancharlos, despojarlos de hojarasca, no a dividirlos ni a empequeñecerlos ni a particularizarlos? ¿Y si de una vez hacemos el esfuerzo de ver en los símbolos no las hojas que no nos dejan ver el bosque, sino el bosque, es decir, no ver la tela ni la música ni los colores, sino un bosque de música, tejido y color que no encierra conceptos sino que libera actitudes, sueños, futuros, sin dejar de estar asentados no ya en una tradición sino en el consenso, el acuerdo y las ganas de sentirnos, de palparnos, de mirarnos uno en nuestras variedades, pero uno al fin y al cabo? ¿Y si nos dejamos de marear perdices de aquí o de allá porque cantan diferente y nos ponemos a cultivar juntos, a sembrar, a avanzar, a apoyarnos en las diferencias y en las virtudes del otro para mejorar, en vez de dedicarnos a tropezar mirándonos la pelusilla del ombligo propio que no nos deja ver el camino ni la meta adonde nos lleva? ¿Y si nos dejamos de mandangas y coñas marineras? .

* Profesor @ADiazVillasenor