Terminan las vacaciones. El otoño asoma por el cielo. Volvemos con una maleta llena de recuerdos, de emociones, de palabras, y el abrazo de despedida que pone el broche a cualquier experiencia inolvidable. Y las miles de cosas que hemos vivido. Las noches de estrellas con la luna que subía siempre más, con el viento que nos hablaba susurrando en su dulce voz, mientras las ramas de los árboles se movían acompañando risas, secretos, promesas y la despedida de recuerdos dolorosos. Y los besos de buenas noches mezclados de ternura, pasión y miedo. Y los brazos entre los brazos, y dulces palabras murmuradas al oído. Y las tardes de charlas y paseos, de miradas hacia el infinito. Y las lágrimas en momentos que recuerdan a otras momentos, y volver a vivir con la esperanza, la ilusión y la confianza en el futuro. Y las mañanas que empezaban con un beso que guardaba el calor de las sabanas. Mañanas que pasaban rápidas entre el desayuno consumido como cómplices de un proyecto de vida, un dulce paseo y una conversación como viejos amigos. Y las mañanas o las tardes en las que llegamos de un recorrido por el mar o el campo, acompañados del dulce sol que amanece o atardece, y con el corazón lleno de deseos e incertidumbre, y sin saber que nos podemos encontrar con el verdadero amor. Sí, es el regreso. Pero has cambiado. Ya no quieres nunca más que la vida sea la rutina del desamor, la casa, la compra, el silencio, la soledad; esa rutina gris, vacía, encerrada en un piso y un cuarto cuya ventana olvida la libertad del cielo y su alegría, porque en tu abandono llegaste a creer que no te pertenece vivir. La mirada que anuló tu mirada, el espejo que anuló tu alma; las mismas palabras, los mismos disimulos, las mismas decepciones. No te dabas cuenta de que la vida se te iba por la puerta que abrías, cerrabas, abrías y volvías a cerrar. Era un murmullo imperceptible, que te dejaba extrañas arrugas en el rostro. Y tu alma se encogía por la violencia del egoísmo que te rodeaba, haciéndote creer que podrías vivir sin libertad. Ahora has regresado para irte de esa vida que no es vida, sólo la prisión que te hacía sentir que la rutina te daba seguridad. Ahora, por fin, has regresado a amarte y estar en ti, porque al ser libre has visto que posees una vida solamente.H

* Escritor