A esa hora terminaba el toque de queda, pero daba igual, nadie salía a un exterior controlado noche y día por bandas de todo tipo, comandos suicidas, manadas de extorsionadores, territorios vetados, traficantes y banqueros. La comida y artículos de necesidad se encargaban por teléfono a supermercados bunkerizados, aunque las mafias iban quedándose con la mayor parte de la mercancía según un acuerdo tácito que, lógicamente, pagaba el cliente. Los ciudadanos recibían su paga en billetes que podían imprimirse en casa cuando quisieran, esto no generaba inflación pues en cuanto faltaban productos se cortaba el salario y un dinero que realmente no valía nada era incapaz de sobornar ni siquiera sumando ceros a la derecha. El gobierno y la organización política eran una ficción, existían pero no pasaban de ser los encargados de enviar dinero y de proteger las granjas de producción alimentaria, reducidas a búnkeres donde se hacinaban vacunos y aviares, los únicos productos de ciclo vital fácil de controlar; se había eliminado la producción vegetal. La sanidad y la educación habían sido suprimidas por innecesarias dadas las circunstancias. El ejército era una facción mafiosa más cuya única misión era la defensa de las granjas y la distribución, a cambio de un poder omnímodo y privilegios alimentarios. Las televisiones emitían, con gran éxito, programas del corazón de décadas anteriores, y se habían arruinado las productoras de cine bélico y pornográfico, ya que esto formaba parte de la realidad cotidiana, la gente se mataba y se apareaba en y de cualquier manera. La castración masculina y femenina, voluntarias, alcanzaban porcentajes altísimos, nadie deseaba ya traer descendencia al mundo. La sociedad había dejado de querer defenderse, en un principio se había dejado convencer de que la culpa de lo que pasaba no era de delincuentes y criminales sino de la incapacidad social de dar respuesta a los problemas de tanta testosterona y tanto instinto criminal suelto e incontrolado. La sociedad había optado por no defenderse, pero ahora funcionaba razonablemente porque ya sí todos sabían las reglas del juego, un juego sin más mentiras .

* Profesor