El otro día me decía un amigo que no entendía cómo era tan difícil que los partidos se pusieran de acuerdo en una reforma electoral tan necesaria. Yo le contesté que los políticos, debiendo preocuparse por los intereses de los ciudadanos, atendían más a sus intereses partidistas.

En nuestra ley electoral, así lo dispone también la Constitución, la circunscripción electoral es la provincia. Y en las últimas elecciones generales del año 2011, en el decreto de disolución de las cámaras y convocatoria de elecciones, se publicaba el número de diputados que representarían a cada provincia española en el Congreso. A Córdoba, al igual que a Almería y Jaén, le correspondían 6 diputados; a Huelva y a Granada 5 y 7, respectivamente, mientras que a Cádiz 8, a Malága 10 y a Sevilla 12. Y destacaba Valencia con 16, a Barcelona le correspondían 31 y a Madrid 36; teniendo el resto de provincias españolas menos de 10 representantes.

Visto como está el panorama actual de representación política tras las recientes elecciones autonómicas y municipales, es más que evidente el nerviosismo político por querer, unos y otros, reformar la ley electoral de cara a las próximas elecciones a su conveniencia.

Es cierto que el reparto proporcional actual no es el más adecuado, entre otras cosas porque depende de la población de la provincia, exigiéndose para un escaño un número determinado de votos que muchas veces es diferente del que se requiere en otra.

Aun así, a ningún partido, ya sea de los tradicionales o de los llamados emergentes, le he oído hablar de la real y auténtica esencia de unas elecciones: la voluntad del elector. Los electores somos quienes tenemos que elegir qué representantes queremos tener, pero los partidos no nos dejan, ellos mismos tienen sus crisis internas de poder para elaborar sus listas, sin capacidad alguna del ciudadano no solo de elegir quienes estarán en ellas de su provincia que les otorga confianza, sino que su voluntad a veces resulta viciada cuando al partido al que votan pacta con quien dijo que nunca pactaría. Es urgente y fundamental que haya las listas abiertas, porque lo importante es la voluntad del que elige y las personas elegidas, no las siglas.

* Abogada