No conocía la palabra «no». Siempre estaba dispuesta a ayudar a quien le hiciera falta. La madre Teresa de Calcuta dijo «si haces un bien un día, a los pocos días se olvida». Por eso Ani lo hacía todos los días y nunca se olvidará.

Las lágrimas con la lluvia desaparecen, igual que desaparece todo el bien que haya hecho una persona durante toda su vida cuando muere. Pero los que la conocimos no podemos olvidar lo que hizo, sobre todo a mí y a mis hijas, durante la enfermedad de mi mujer en los últimos meses. No le daba importancia al bien que hacía. Lo que una mano hacía no se enteraba la otra, o sea, nadie. Ani debe estar en el sitio mejor que existe después de la muerte y nunca la olvidaremos.