Mariano Rajoy sale del congreso del PP tan pichi, sin contestación interna, con una inquietante unanimidad, con una secretaria general que estará pero no mandará y con un hombre fuerte en el que puede confiar, porque Maillo no aspira a ser su sucesor. Esto debe de ser lo más parecido a salir de cualquier sitio a hombros. Eso sí, de Rajoy para abajo ha habido de todo.

Cospedal se ha visto salpicada por acusaciones de pucherazo en su empeño por acumular cargos. Además, su labor ha quedado reducida en la práctica a la mínima expresión, para íntimo regocijo de los sorayistas. En cualquier caso, el líder del PP encontrará la manera de ir debilitando a las dos, para seguir él hasta el fin de los días. Rajoy sigue siendo el mejor posicionado para suceder a Rajoy. El debate en este congreso se circunscribe a si lo que vuela en el logotipo es una gaviota, un charrán o, como sostiene la corriente minoritaria, un albatros. También ha planeado por la Caja Mágica de Madrid la sombra cada vez más minúscula de José María Aznar. Rajoy mató al padre hace días y en este congreso lo ha rematado. Está todo escrito: nadie hablará de nosotros cuando estemos muertos. El presidente del Gobierno le mencionó brevemente en su discurso, en una procesión de difuntos que abría Manuel Fraga. Hasta ese momento, a Aznar solo se le intuyó el sábado cuando Javier Arenas tuvo un lapsus y consiguió una vez más quedar bien con todo el mundo al referirse a «José María Rajoy».

Un plasma de cartón

En este cónclave, el PP de Madrid también se apuntó a la moda del photocall y no tuvo mejor idea que poner una tele de cartón para el posado de los afiliados. Es habitual ver a políticos queriendo hacer también de periodistas, pero obligar a Rajoy a fotografiarse con la cabeza dentro no parece el plan perfecto para quitarse de encima el espantajo del plasma. La continuidad de todos los vicesecretarios del PP es garantía de que, al menos ellos, seguirán manteniendo una política de comunicación abierta y sin complejos. Y precisamente su locuacidad ante las cámaras contrastó la noche de la aclamación con el silencio y el gesto de Cospedal. Seguramente, quien más va a sufrir su malestar sea el nuevo coordinador, en cuanto asome la cabeza un poco más de la cuenta.

Lo cierto es que el congreso del PP les ha salido tan redondo que ni siquiera se despeinaron cuando el primer día se encontraron con la inauguración del carrusel de sentencias de la Gürtel. Alegan en su defensa que estamos ante cosas del pasado, pero Rajoy presumió acto seguido en su discurso de llevar en el PP desde 1977...

Por otro lado, solo a quien ya da por amortizada la corrupción se le ocurriría montar un acto en un sitio que lleve la palabra caja. En todo caso, el mejor resumen de este congreso, el de la levitación de Rajoy, es el consejo que le daba un veterano a uno de los fichajes del comité ejecutivo: «Ten cuidado, que ahí nadie pide la palabra desde el 2001».