Y ustedes vosotros (y vosotras) me dirán (diréis) que con qué palabro (palabra) me dejo caer ahora, y precisamente en feria; que si he llegado algo piripi y me ha dado por escribir antes de irme a la cama; o que ya está bien de guasa con la situación que vivimos, por más que queramos escaparnos bailando sevillanas o lo que sea, que ya llegará el lunes, y de nuevo a despertarnos sin más excusas de mayo festivo. Yo no quiero fastidiarle a nadie la Feria. Yo lo único que pienso es que es una pena dilapidar cien años de un partido, depositario de tantas y tantas vidas que dejaron su vida en una esperanza. Por mi corazón histórico pasan tantas almas embarcadas en aquellas ilusiones de cambiar el mundo. Lo dieron todo con una generosidad que si perteneciesen a la Iglesia estarían canonizados. He vuelto a ver en mis noches de insomnio pertinaz tantos hombres y mujeres y sus vidas, día a día, cárcel a cárcel, paliza a paliza, sangre a sangre; tantas tristezas de tantos exilios. Y tanto ¿para esto?, ¿para acabar disueltos como un azucarillo en agua?

No puede ser, y sin embargo es. ¿Dónde buscar el motivo? ¿Dónde ha estado el señuelo, o cebo, o carnaza colocados en el cepo? Pues donde siempre: en la tentación del poder. Esto es tan viejo como la historia y los imperios. En cuanto se pone la mano, o el hocico, ¡zas! Y conocíamos el peligro; ¡lo hemos criticado en otros tantas veces! Pero... (¡siempre esta maldita fruta!) Pero ¡es tanta el hambre y la necesidad! Y caemos a sabiendas, que es peor. Luego, toda la palabrería para justificar esa negación a otros y a nosotros mismos. Y ya nada será igual. Una vez subidos al carro del poder, el carro nos lleva. Es lo que pasa con las bifurcaciones. Al principio ambos caminos están juntos; parece que no pasa nada. Pero... Pero poco a poco, día a día, actitud a actitud, nos vamos alejando, y en poco tiempo no nos conoce ni la madre que nos trajo a este mundo, como decía aquel político.

Así que por si quieren entretenerse mientras esperan a que la parienta, o la amante, o la hija, o qué sé yo, se vista de gitana, aquí les dejo (os dejo) este “ripce”, este palabro, acrónimo, anagrama, anfibología, antanaclasis, epitafio o yo qué sé, porque a medida que voy cumpliendo años compruebo que sé menos. H

* Escritor