De un tiempo a esta parte veo a mis colegas de los informativos desesperados, aceleradísimos, catalanizados todos tratando de explicar lo inexplicable, que no es otra cosa que el revuelo del procés, la incertidumbre sobre el referéndum, el arrollamiento de la ley, que siempre es inevitable en cualquier proceso de independencia. Al verlos así, tan atabalados (en catalán significa con la mente cansada) les digo que hagan lo que hagan y digan lo que digan será muy difícil, por no decir imposible, que puedan hacer digerible una situación así, tan enfrentada, tan desquiciada, tan manipulada. Trabajos didácticos perdidos. Les sugiero entonces, para contar lo que está pasando en Cataluña necesitaríamos un Valle-Inclán, o un Arniches, o un Muñoz Seca, o un Dalí, u otros creadores con ese punto descreído, díscolo y la mirada irónica de Luis Berlanga, Luis Escobar, Marsillach, Vilallonga, Azcona, Umbral, Vázquez Montalbán, Gómez de la Serna, Jardiel Poncela, Álvaro de la Iglesia, Josep Pla, Gila, Tip y Coll, Joan Capri… repaso la lista de los personajes que me vienen a la memoria y a todos es común el sentido del humor, la socarronería, el cinismo, porque a donde han llevado el procés no de otra manera que con guasa se puede entender tal esperpento. Si llegado el 1-O, tal como asegura el manso de la Moncloa, el referéndum termina como el parto de los montes, éste habrá hecho aguas por el ridículo al que han llevado su aventura los supuestos líderes de la pretendida república catalana. Desde la recolección de las urnas al voluntariado misionero por la causa, desde la impresora de Rufián en el Congreso a las papeletas artesanas, todo ha sido naufragar. Pero a fuerza de repetir los mensajes, las manifestaciones familiares y las banderas, a pesar de esta mitad de catalanes que ignoran a la otra mitad, después del primero de octubre vendrá un referéndum de veras, con todas la garantías constitucionales, y en ese es en el que hay que empezar a trabajar si no queremos que Cataluña se convierta en una isla peninsular. Nadie se confunda, esta convocatoria, por todo lo vivido y por como se ha desarrollado hasta descalabrarse, ya está agotada, pero al día siguiente los adalides de la independencia empezarán de nuevo a pelear un referéndum en toda regla. Quién lo ponga en duda no conoce a los catalanes. El tancredismo de Rajoy y la mucha audacia de Puigdemont nos ha llevado a una situación en la que no gana nadie: perdemos todos. Por eso digo que tomarse en serio esta corte de los milagros, este ruedo ibérico, estas dos España que nos hielan el corazón, es tarea harto complicada para los periodistas de ahora.

* Periodista