El tabaquismo es una enfermedad adictiva crónica que constituye la mayor causa de enfermedad y muerte evitable en España. Alrededor del 30% de la población fuma (más mujeres que hombres) lo que supone un grave problema de salud pública. Aunque se han realizado logros en el control de la epidemia tabáquica, el paso parece demasiado lento.

En nuestro país cada año mueren por causa del tabaco unas 50.000 personas. Los datos muestran la incidencia del tabaquismo sobre los colectivos más vulnerables: embarazadas, jóvenes, fumadores con problemas de ansiedad, depresión u otros trastornos psiquiátricos y niveles socio económicos deprimidos.

Nuestros jóvenes comienzan a fumar a los 13 años, con mayor proporción de chicas que chicos. Encabezamos el ranking de edad de inicio más bajo de toda la UE. Actualmente fuman más mujeres que hombres, lo que ha conducido a que enfermedades como el cáncer de pulmón o infarto de miocardio, que eran mas frecuentes en hombres, estén aumentado en mujeres.

En cuanto a las mujeres embarazadas, son frecuentes afirmaciones como "es mejor fumar un poco que dejarlo y ponerte nerviosa", hay que decir rotundamente "no": no existe consumo de tabaco seguro en el embarazo. Resulta prioritario, para el hijo y la madre el abandono del consumo de tabaco. Esta motivación, lejos de desaparecer tras los nueve meses de gestación, debe tener vocación de permanencia, para así asentarse como un hábito saludable más dentro del entorno familiar.

La idea de que fumadores con problemas como ansiedad o depresión no pueden dejar de fumar por un posible agravamiento de su enfermedad está muy presente. Por el contrario, podemos decir que en estos momentos disponemos de tratamientos muy eficaces para que logren el abandono del tabaco.

Es la sociedad al completo, la que es víctima del afán de la industria tabaquera por mantener y ampliar el número de fumadores. Es cierto que se ha regulado la publicidad del tabaco, pero la industria no se detiene en su objetivo de continuar aumentando los beneficios. Para ello utilizan otras estrategias publicitarias no menos eficaces: la publicidad indirecta en series de TV muy conocidas como Aida , Cuéntame , etc. Personajes famosos que aparecen fumando en público, lanzamiento de nuevas formas de consumo de tabaco, como los cigarrillos electrónicos o pipas.

Una sociedad adulta y avanzada tiene la responsabilidad de proteger a los colectivos más vulnerables, que también resultan menos permeables a los mensajes de salud pública y más a los mensajes publicitarios.

Sabemos que ser adolescente, es en muchos casos inherente a trastorno de adaptación, rebeldía, etc. Actitudes propias de esa etapa, en la que fumar puede ser un mecanismo de autoafirmación. Y todo esto lo sabe muy bien la industria del tabaco.

Si alguien a estas alturas duda de que el tabaco es una droga, recordemos que en el contexto económico de nuestro país, presenciamos casos absolutamente dramáticos. Fumadores que perciben una pensión menor de 500 euros gastan y hasta el 75% de la misma en tabaco, negándose la posibilidad de cubrir necesidades básicas como una alimentación adecuada.

Hacia dónde tenemos que dirigir nuestras demandas y peticiones:

Regularización del cigarrillo electrónico, La OMS desaconseja recomendar el cigarrillo electrónico para dejar de fumar y no considerar el cigarrillo electrónico como un objeto de consumo accesible a todo el mundo. Además de los efectos tóxicos, vapear aumenta el riesgo de la introducción a la conducta de fumar, sobre todo en jóvenes.

Empaquetamiento genérico. Se trata de que todas las cajetillas de tabaco sean iguales, se impedirá el uso de logos o distintivos, más allá de nombre escueto de la marca. Los paquetes continuarán apareciendo acompañados de fotos y mensajes disuasorios sobre el efecto de los cigarrillos en la salud.

Control de la publicidad indirecta del tabaco, sobre todo en series televisivas dirigidas a los jóvenes así como en las redes sociales.

Ofrecer ayuda profesional a los fumadores que quieran dejar de serlo junto a la necesaria financiación de los fármacos que han demostrado su eficacia en la deshabituación tabáquica al igual que se financian medicamentos para combatir la hipertensión o hipercolesterolemia.

Si no se toman medidas, en 2030 habrá 8 millones de muertes en el mundo por el tabaco, el 80% estarán en países en vías de desarrollo. Los esfuerzos deben continuarse y exportarse a estos países donde la industria tabaquera pretende obtener actualmente sus mayores beneficios, ante la falta de medidas regulatorias que limiten la publicidad engañosa.

Cuatro de cada 5 fumadores quieren dejar de serlo. Tras la toma de decisión personal el fumador debe recibir el apoyo necesario para lograr su objetivo. La utilización de herramientas farmacológicas y psicológicas duplica las tasas de éxito. ¡Anímate! Merece la pena intentarlo. Vive sin tabaco.

* Dra. Especialista en Adicciones y experta en Tabaquismo justaredondo@cordomail.com