Con mi querida hermandad de la Virgen de Socorro ocurre similar situación que con la capital cordobesa. Como dije en mi anterior carta, Córdoba se encuentra paralizada y muerta por culpa de unos inútiles dirigentes y la dejadez de sus ciudadanos. Pues bien: con dicha cofradía de mi barrio pasa exactamente igual.

En primer lugar, no entenderé en la vida el dineral efímero que se gastó en coronar a la Virgen. ¿Para qué sirve tal honor, si ella va a ser siempre la misma y, por supuesto, se la va a querer igual en el barrio? Una hermandad pobre y sencilla no se puede permitir tanto lujo y menos, con infinidad de gastos superfluos e innecesarios que luego hay que correr con todos ellos. Como todo hijo de vecino y en toda comunidad o asociación, hay que mirar el presupuesto con que se cuenta, estudiar los gastos y, si no se tiene, pues no se realiza, o se hace con menos parafernalia, y sale igual o más bonito o brillante.

Por otro lado, se deberían de hacer más campañas de concienciación en el barrio. Hablar y dar la lata (si cabe) a todos los comerciantes y autónomos que existen en la zona, que los hay y muchos, sobre todo, en el Mercado Central de Abastos, para que colaboren, se conciencien y aporten su granito de arena. ¡Por favor!: No dejemos desaparecer a esta, nuestra hermandad, de tanta solera en el barrio de la Corredera.